El Pájaro Expósito
Cuentos de los Hermanos Grimm
En un bosque muy, muy verde, un guardabosques escuchó un día un ruidito, como un pajarito llorando. Miró hacia arriba y, en la rama más alta de un árbol gigante, ¡había un bebé! Y un pájaro grande, con plumas brillantes, le estaba dando de comer con su pico.
El guardabosques, con mucho cuidado, subió al árbol y bajó al bebé. "Te llamaré Pajarillo," dijo, "porque un pájaro te cuidaba."
Lo llevó a su casa, donde vivía con su hijita, Lenchen. Pajarillo y Lenchen crecieron juntos como si fueran hermanos, jugando y riendo todo el día.
Pero en la casa también vivía una cocinera vieja que no era nada simpática. En secreto, era un poco bruja y tenía envidia de Pajarillo. Un día, Lenchen la escuchó murmurar: "Voy a poner una olla enorme de agua a calentar. Cuando hierva, si Pajarillo se acerca, ¡lo meteré dentro!"
Lenchen, muy asustada, corrió a contárselo a Pajarillo. "¡Tenemos que irnos de aquí!", dijo Pajarillo. Y así, muy de mañana, se escaparon.
Cuando la cocinera se dio cuenta, mandó a sus ayudantes a buscarlos. Los niños los oyeron llegar.
"¡Oh, no, Pajarillo! ¿Qué hacemos?", susurró Lenchen.
"Tranquila," dijo Pajarillo. "Tú te convertirás en un rosal precioso, y yo seré una rosa roja en tus ramas."
Cuando los ayudantes llegaron, solo vieron un rosal con una rosa. "Aquí no están," dijeron, y se fueron.
La cocinera se enfadó muchísimo y decidió ir ella misma. Los niños la vieron acercarse.
"¡Pajarillo, viene la cocinera! ¿Y ahora?", preguntó Lenchen temblando.
"No te preocupes," contestó Pajarillo. "Tú te convertirás en una iglesia antigua, y yo seré la campana dorada en el campanario."
La cocinera llegó y solo vio una iglesia vieja con una campana. Buscó y buscó, pero no encontró a los niños. ¡Qué rabia le dio!
Pero la cocinera era muy terca y los siguió otra vez.
"¡Pajarillo, nos sigue de nuevo!", lloriqueó Lenchen.
"Calma, Lenchen," dijo Pajarillo. "Esta vez, tú serás un estanque de agua clara, y yo seré un patito nadando en él."
Y así lo hicieron. La cocinera llegó al estanque, muy cansada y con mucha sed. "¡Qué bien, agua!", pensó. Se agachó para beber, queriendo beberse todo el estanque para encontrar a los niños.
Pero cuando se inclinó sobre el agua, el patito (que era Pajarillo) nadó muy rápido, la agarró de la nariz con el pico y ¡plaf!, la empujó dentro del estanque. La cocinera mala se hundió y no volvió a molestar a nadie nunca más.
Pajarillo y Lenchen por fin estaban a salvo. Se tomaron de la mano, muy contentos, y siguieron su camino por el mundo, buscando un lugar feliz donde vivir.
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