• La tempestad

    Cuentos de Andersen
    El sol brillaba calentito sobre el prado, pero algo en el aire se sentía diferente. Las flores, que antes bailaban alegres, ahora se mecían con un poquito de preocupación.

    Conejo Saltarín movió sus largas orejas. "¿Sienten eso?", preguntó a sus amigos. "¡Huele a lluvia fuerte!"

    Ardilla Chispa, que estaba ocupadísima guardando una nuez extra grande, asintió. "Sí, y el viento está empezando a soplar más fuerte. ¡Hay que prepararse!"

    Pajarito Pipo voló nervioso de rama en rama. "¡Oh, no! ¡Mi nido! ¿Estará seguro?"

    Desde lo alto de un viejo roble, el Búho Sabio los observaba con sus grandes ojos redondos. "Calma, pequeños," dijo con voz tranquila. "Una tormenta se acerca, es verdad. Pero si trabajamos juntos y buscamos un buen refugio, todo estará bien."

    Así que Conejo Saltarín ayudó a Pajarito Pipo a reforzar su nido con ramitas fuertes. Ardilla Chispa compartió algunas de sus nueces con Conejo, por si acaso. Todos buscaron el lugar más seguro: Conejo en su madriguera, Ardilla en el hueco de un árbol, y Pipo bien acurrucadito en su nido, ahora más fuerte.

    De repente, el cielo se puso muy oscuro. ¡PUM! Un trueno sonó fuerte, y ¡FLASH! un relámpago iluminó todo. La lluvia empezó a caer, primero gotitas, ¡luego un chaparrón enorme! El viento soplaba y soplaba, haciendo que los árboles se doblaran.

    Dentro de sus refugios, los animalitos estaban un poco asustados, pero se sentían seguros. Conejo Saltarín hasta contó las zanahorias que tenía guardadas para no pensar en el ruido. Ardilla Chispa abrazaba su nuez favorita. Pajarito Pipo se escondió bajo las plumas de su mamá.

    Poco a poco, la lluvia se hizo más suave, el viento se calmó y los truenos se fueron lejos, como gigantes gruñones que se marchaban a dormir.

    Finalmente, un rayito de sol se asomó entre las nubes. ¡La tormenta había pasado!

    Conejo Saltarín fue el primero en asomar la nariz. ¡El aire olía a tierra mojada y todo estaba limpio y brillante! Ardilla Chispa y Pajarito Pipo también salieron. Sus casas estaban bien. ¡Qué alivio!

    El Búho Sabio sonrió desde su rama. "¿Ven? Una tormenta puede ser grande y ruidosa, pero si nos preparamos y nos cuidamos, siempre sale el sol de nuevo."

    Y así, los amigos del prado aprendieron que incluso después de la tormenta más fuerte, siempre hay algo bonito que esperar, como un arcoíris pintando el cielo o el olor fresco de la tierra limpia.

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