• El novio bandido

    Cuentos de los Hermanos Grimm
    Junto a un bosque oscuro, había un molino, y allí vivía un molinero con su hija, que era muy amable y trabajadora. Un día, apareció un señor que parecía muy rico y encantador. Le pidió al molinero la mano de su hija. El molinero, pensando que era una gran oportunidad, aceptó contento.

    Pero a la hija, algo no le gustaba de aquel señor. Cada vez que lo miraba, sentía un escalofrío, como si algo no estuviera bien. Tenía un presentimiento extraño en el corazón.

    El novio le dijo un día: "Tienes que venir a visitar mi casa en el bosque. Es muy bonita". A la hija no le hacía ninguna gracia ir sola a lo profundo del bosque, pero el novio insistió. "No te preocupes, no te perderás", le aseguró, "dejaré un camino de cenizas brillantes para que sepas por dónde ir".

    Aunque seguía sintiendo miedo, la hija pensó que debía obedecer. Así que, un día, siguió el caminito de cenizas que brillaban en el suelo del bosque. El camino la llevó más y más adentro, donde los árboles eran más altos y el sol apenas se veía.

    Finalmente, llegó a una casa solitaria y silenciosa. Parecía un poco tenebrosa. Llamó a la puerta, pero nadie abrió. Entró con cuidado. Dentro, todo estaba oscuro y quieto, excepto por una jaula donde un pajarito cantaba: "¡Vuelve, vuelve, novia bonita! ¡Estás en casa de gente maldita!".

    De repente, una señora mayor muy, muy viejita apareció desde un rincón oscuro. Tenía una cara amable. Al ver a la joven, le susurró con urgencia: "¡Ay, pobre niña! ¿Dónde te has metido? ¡Esta es la guarida de unos bandidos terribles! Tu novio es el jefe. ¡Quieren hacerte daño! Rápido, escóndete".

    La viejita la escondió detrás de un barril enorme que había en la bodega. "No hagas ni un ruido, pase lo que pase", le advirtió.

    Al poco rato, se oyeron risas y gritos. Eran los bandidos que volvían a casa, ¡y el novio venía con ellos! Llegaron haciendo mucho ruido, arrastrando cofres y bolsas. Traían también a otra pobre chica que lloraba asustada. La hija del molinero, escondida, apenas podía respirar del miedo.

    Los bandidos estaban celebrando y no trataban nada bien a la pobre chica que habían capturado. En medio del jaleo, uno de ellos quiso quitarle un anillo de oro muy bonito que llevaba. Como no salía, el bandido... ¡Ay! Mejor no decir cómo, pero el dedito pequeño con el anillo salió volando por el aire y ¡zas!, fue a caer justo a los pies de la hija del molinero, que seguía escondida.

    Ella lo recogió temblando, sin hacer ruido. ¡Qué horror! La viejita vio lo que pasó y se preocupó mucho por la hija del molinero.

    Más tarde, cuando los bandidos se pusieron a cenar y a beber, la viejita buena les preparó una bebida especial que les dio muchísimo sueño. Uno por uno, los bandidos se fueron quedando dormidos, roncando como troncos.

    "¡Ahora es el momento!", susurró la viejita. Ayudó a la hija del molinero a salir de su escondite y a escapar de la casa silenciosamente. La chica corrió y corrió por el bosque oscuro, sin mirar atrás, hasta que por fin llegó sana y salva a su molino. Abrazó a su padre y le contó todo, pero él apenas podía creerlo.

    Llegó el día fijado para la boda. Todos los amigos y familiares estaban reunidos en una gran fiesta. El novio estaba allí, sonriendo como si nada hubiera pasado. Durante el banquete, se pidió a los invitados que contaran historias.

    Cuando le llegó el turno a la novia, ella dijo con voz clara: "Voy a contaros un sueño que tuve". Y empezó a relatar, como si fuera un cuento, todo lo que le había pasado: el camino de cenizas, la casa solitaria, el pajarito que cantaba la advertencia, la viejita buena, los bandidos malvados y la pobre chica.

    Mientras contaba, el novio empezó a ponerse nervioso y muy pálido.

    La hija continuó: "Y en mi sueño, vi cómo un dedito con un anillo de oro salía volando..."

    "¡Qué sueño tan interesante!", interrumpió el novio, riendo falsamente. "Pero los anillos de los sueños no son reales".

    "Oh, ¿estás seguro?", preguntó la hija. Y entonces, sacó de su bolsillo el pequeño dedo con el anillo de oro. "Porque esto no es un sueño. ¡Aquí está la prueba!".

    Al ver el dedo y el anillo, todos los invitados se quedaron horrorizados. El novio se puso blanco como la pared e intentó escapar, pero los invitados lo detuvieron. Llamaron a los guardias, que llegaron rápidamente y arrestaron al novio y a toda su banda de bandidos.

    Y así fue como la valiente hija del molinero se libró del terrible novio ladrón y todos supieron la verdad. Los bandidos recibieron su castigo, y la hija del molinero pudo vivir tranquila y feliz.

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