El largo regreso de Odiseo
Mitología griega
Imaginen una isla brillante bajo el sol del Mediterráneo. Esa isla se llamaba Ítaca, y allí vivía un rey muy valiente y astuto llamado Ulises. Ulises tuvo que ir a una guerra muy, muy lejana, la guerra de Troya. ¡Duró diez años! Cuando por fin terminó, Ulises solo quería una cosa: volver a su casa con su amada esposa Penélope y su pequeño hijo Telémaco.
Pero el camino a casa no iba a ser fácil. ¡Para nada! Un dios muy poderoso del mar, llamado Poseidón, no estaba muy contento con Ulises. Resulta que Ulises, para salvar a sus amigos, había dejado ciego a un gigante con un solo ojo, ¡un Cíclope! Y ese Cíclope era hijo de Poseidón. ¡Ups! Así que Poseidón decidió hacerle el viaje de regreso muy, muy complicado.
Primero, Ulises y sus marineros llegaron a una cueva donde vivía Polifemo, el Cíclope. ¡Qué susto! El gigante los encerró. Pero Ulises era muy listo. Le dio mucho vino al Cíclope hasta que se durmió. Luego, le dijo que se llamaba "Nadie". Cuando Ulises y sus hombres lo dejaron ciego con una estaca, Polifemo gritaba: "¡Nadie me ha herido!". Los otros Cíclopes pensaron que se había vuelto loco. Así, Ulises y sus amigos escaparon escondidos debajo de unas ovejas.
Después, llegaron a la isla de la hechicera Circe. ¡Esta hechicera convirtió a los amigos de Ulises en cerditos! Pero Ulises, con ayuda de un dios mensajero, no cayó en el hechizo. Circe, sorprendida, se hizo amiga de Ulises y lo ayudó, pero se quedaron allí ¡un año entero!
Luego tuvieron que pasar cerca de las Sirenas. Estas criaturas cantaban canciones tan hermosas que los marineros se tiraban al mar para escucharlas y se ahogaban. Ulises, muy astuto, tapó los oídos de sus marineros con cera. A él lo ataron al mástil del barco para poder escuchar el canto sin peligro. ¡Qué aventura!
Pasaron muchas más cosas terribles. Ulises perdió a todos sus compañeros y llegó solo a la isla de la ninfa Calipso. Ella se enamoró de él y lo tuvo prisionero ¡siete años! Ulises estaba muy triste, solo quería volver a Ítaca. Finalmente, los dioses le dijeron a Calipso que lo dejara ir.
Con la ayuda de la diosa Atenea, Ulises por fin llegó a Ítaca. ¡Pero no podía decir quién era! Se disfrazó de mendigo. En su palacio, muchos hombres malos querían casarse con Penélope y quedarse con su reino. ¡No sabían que el rey había vuelto!
Su hijo Telémaco ya era un joven valiente. Penélope, para no casarse, les decía a los pretendientes que tejería una tela y cuando terminara, elegiría esposo. Pero cada noche, ¡destejía lo que había tejido durante el día! Así los engañaba.
Penélope organizó un concurso: quien pudiera tensar el arco de Ulises y disparar una flecha a través de doce hachas, se casaría con ella. Ninguno pudo, ¡solo el mendigo! Que, ¡sorpresa!, era Ulises. Con la ayuda de Telémaco y unos pocos amigos fieles, luchó contra todos los hombres malos y recuperó su hogar.
Penélope al principio no lo creía. Para estar segura, le hizo una pregunta secreta sobre su cama, que solo Ulises sabía. ¡Y él respondió correctamente! Por fin, después de veinte largos años, Ulises, Penélope y Telémaco estuvieron juntos de nuevo, y la paz volvió a Ítaca.
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