• La expedición oriental del emperador Jimmu

    Mitología japonesa
    Hace muchísimos, muchísimos años, en una isla del sur de Japón llamada Kyushu, vivía un príncipe muy valiente llamado Iwarebiko. Un día, Iwarebiko miró a su alrededor y pensó: "Este lugar es bonito, ¡pero seguro que hay un lugar aún más especial al este, un lugar perfecto para construir un gran reino donde todos vivamos felices!"

    Así que, junto a su hermano mayor, Itsuse, y un montón de amigos valientes, se subieron a unos barcos grandes y ¡zas! A navegar hacia el este, en busca de esa tierra prometida.

    Navegaron y navegaron, con el sol brillando y los peces saltando alrededor de sus barcos. Finalmente, llegaron a una costa cerca de lo que hoy es Osaka. ¡Pero oh, sorpresa! Un jefe local llamado Nagasunehiko, que era un poco gruñón, no estaba muy contento de verlos. "¡Oigan!", gritó, "¿Quiénes son ustedes y qué hacen aquí?".

    Hubo una batalla, ¡pum, pam, crash! Y en la pelea, el hermano de Iwarebiko, Itsuse, fue herido por una flecha. ¡Ay, qué dolor! Itsuse, adolorido, se dio cuenta de algo importante: "¡Oh, no! Hemos luchado de cara al sol. El sol es nuestra antepasada, la gran diosa Amaterasu. ¡No debimos faltarle el respeto así!". Entendieron que debían haber rodeado para que el sol estuviera a sus espaldas.

    Con tristeza, tuvieron que retirarse. El pobre Itsuse no pudo recuperarse de su herida y se fue al cielo de los héroes. Iwarebiko estaba muy triste por su hermano, pero sabía que debía continuar su misión.

    Siguieron navegando un poco más al sur y desembarcaron en un lugar llamado Kumano. Pero ¡qué mala suerte! De repente, apareció un oso enorme y mágico (algunos dicen que era un dios un poco enfadado con forma de oso) y ¡zas! Con un vapor misterioso, hizo que Iwarebiko y todos sus soldados se sintieran muy, muy débiles y se durmieran profundamente. ¡Ronquidos por todas partes!

    Pero desde el cielo, la diosa Amaterasu y otro dios poderoso llamado Takamimusubi estaban observando. "¡No podemos dejar que nuestro descendiente se quede dormido para siempre!", pensaron. Así que enviaron una ayuda muy especial: una espada mágica llamada Futsu-no-mitama. Un hombre llamado Takakuraji tuvo un sueño donde los dioses le decían dónde encontrar la espada y cómo dársela a Iwarebiko. Takakuraji encontró la espada, ¡brillaba con una luz celestial!, y se la llevó corriendo a Iwarebiko. En cuanto Iwarebiko tocó la espada, ¡puf! Él y todos sus soldados despertaron, sintiéndose más fuertes que nunca.

    "¡Genial!", dijo Iwarebiko, "¡Pero ahora estamos en medio de estas montañas y no sabemos por dónde ir!". Justo en ese momento, ¡apareció volando un cuervo gigante de tres patas! No era un cuervo cualquiera, era Yatagarasu, el cuervo guía enviado por los dioses. "¡Croac, croac! ¡Síganme!", parecía decir el cuervo con su graznido sabio.

    Y así, Iwarebiko y sus valientes amigos siguieron al cuervo de tres patas a través de caminos difíciles, montañas empinadas y valles profundos. Yatagarasu siempre sabía por dónde ir.

    Finalmente, después de muchas aventuras, llegaron a una tierra hermosa y fértil llamada Yamato. Allí también encontraron algunos jefes locales que al principio no estaban muy seguros de querer nuevos vecinos. Iwarebiko, con paciencia y valentía, a veces hablando y otras veces demostrando su fuerza con la ayuda de los dioses, les convenció de que venía a crear un lugar pacífico y próspero para todos.

    Algunos jefes se hicieron sus amigos enseguida, como los hermanos Eukashi y Otoukashi. Bueno, Otoukashi fue amigo, Eukashi intentó tenderle una trampa, ¡pero Iwarebiko fue más listo!

    Después de asegurar la paz en la región, Iwarebiko construyó su palacio en un lugar llamado Kashihara. Y allí, rodeado de sus leales seguidores y con la bendición de los dioses, Iwarebiko se convirtió en el primer Emperador de Japón, y la gente comenzó a llamarlo Emperador Jimmu.

    Y así, el Emperador Jimmu comenzó a gobernar, prometiendo cuidar de su pueblo y hacer de Japón un país maravilloso. ¡Y esa es la historia de cómo comenzó la larga, larga línea de emperadores en Japón!

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