El asno y su amo
Fábulas de Esopo
En un pequeño y soleado pueblo, vivía un burrito llamado Pipo. Pipo trabajaba para un jardinero amable, pero Pipo no siempre estaba contento. "¡Ay!", se quejaba Pipo cada mañana. "Tengo que levantarme cuando el sol apenas sale y cargar coles y lechugas. ¡Y casi nunca me da zanahorias extra!". Así que un día, Pipo miró al cielo y dijo con un suspiro: "¡Oh, por favor, quisiera un amo nuevo!".
Como por arte de magia, al día siguiente, Pipo tenía un nuevo amo: un alfarero. "¡Qué bien!", pensó Pipo al principio. Pero pronto descubrió que el alfarero le hacía cargar sacos pesadísimos de arcilla y luego, con mucho cuidado, pilas y pilas de vasijas de barro que se podían romper. "¡Uf, esto es mucho más duro!", suspiraba Pipo. "La arcilla pesa una barbaridad y siempre tengo miedo de romper algo. ¡Quiero otro amo, por favor!".
Y otra vez, su deseo se cumplió. ¡Puf! Ahora Pipo trabajaba para un curtidor, un señor que preparaba pieles de animales. Al principio, Pipo no entendía bien qué hacía su nuevo amo. Pero un día vio al curtidor trabajando con las pieles secas de otros animales. Pipo se quedó helado. "¡Oh, no!", pensó con terror. "Este señor trabaja con las pieles de los animales cuando... cuando ya no viven. ¡Seguro que cuando yo sea viejo y no pueda trabajar, usará mi propia piel!".
Pipo se puso muy triste y asustado. "¡Ay, qué tonto he sido!", lloriqueó bajito. "Ojalá me hubiera quedado con el jardinero. Su trabajo era más ligero y, al menos, de vez en cuando me daba una zanahoria jugosa. Ahora... ¡ahora temo por mi pellejo!".
Y así, el burrito Pipo aprendió que a veces, buscando algo supuestamente mejor, podemos terminar en una situación mucho peor. Es bueno valorar lo que tenemos.
2139 Vistas