• El pastor y la tejedora

    Mitología china
    Miren al cielo en una noche estrellada. ¿Ven esa franja brillante de estrellas que llamamos la Vía Láctea? Pues bien, esa franja tiene una historia muy especial. Y comienza con un joven llamado Niu Lang.

    Niu Lang era un pastor de bueyes, un chico muy bueno y trabajador, pero un poquito solitario. Su mejor amigo era un buey viejo y muy, muy sabio. ¡Tan sabio que a veces hasta parecía que podía hablar!

    Un día, el buey le dijo a Niu Lang con una voz que sonaba como el viento entre los árboles: "Niu Lang, hoy vendrán unas hadas del cielo a bañarse en el lago. Si escondes la ropa de una de ellas, la más bonita, se quedará contigo y será tu esposa."

    Niu Lang, un poco nervioso pero curioso, fue al lago. ¡Y allí estaban! Siete hermosas hadas jugando en el agua, sus risas eran como campanitas. Niu Lang, con mucho cuidado, tomó las ropas de seda de la hada más joven y brillante, que se llamaba Zhi Nü. Ella era la tejedora de nubes del Emperador del Cielo, ¡imagínense qué trabajo tan importante!

    Cuando las hadas salieron, Zhi Nü no encontró su ropa. ¡Qué susto! Niu Lang apareció y se la devolvió con una sonrisa amable. Zhi Nü, al ver lo bueno y sencillo que era Niu Lang, se enamoró de él. Y Niu Lang también se enamoró de la dulce Zhi Nü.

    Así que Zhi Nü se quedó en la Tierra con Niu Lang. Se casaron y fueron muy felices. Zhi Nü era una tejedora increíble; tejía las telas más hermosas que nadie había visto, con hilos de sol y de luna. Tuvieron dos hijos preciosos, un niño y una niña, que llenaban su casita de alegría.

    Pero en el Cielo, la Reina Madre del Cielo, la abuela de Zhi Nü, se dio cuenta de que faltaba su nieta. ¡Se enojó muchísimo! Mandó a sus guardias celestiales a buscar a Zhi Nü y traerla de vuelta al palacio celestial.

    Zhi Nü tuvo que despedirse de Niu Lang y sus hijos con mucha tristeza. ¡Lloraron tanto que hasta las flores del campo se marchitaron un poquito!

    Cuando Zhi Nü fue llevada al cielo, el buey sabio, que ya estaba muy viejito, le dijo a Niu Lang: "Cuando yo muera, usa mi piel. Te ayudará a volar al cielo para encontrar a tu esposa". Poco después, el buey murió, y Niu Lang, con el corazón roto pero lleno de esperanza, hizo lo que le dijo. Puso a sus hijos en dos cestos que colgó de un palo largo sobre sus hombros, se cubrió con la piel mágica del buey y ¡zas! Salió volando hacia el cielo, persiguiendo a su amada Zhi Nü.

    Estaba a punto de alcanzar a Zhi Nü cuando la Reina Madre, furiosa al ver a un mortal en el cielo, sacó su horquilla de oro y ¡ras! Dibujó un río enorme de estrellas en el cielo para separarlos. Ese río es la Vía Láctea que vemos por las noches.

    Niu Lang y Zhi Nü lloraban desconsolados, uno a cada lado del río de estrellas, sin poder tocarse. Sus lágrimas conmovieron a todas las urracas del mundo. Así que, una vez al año, el séptimo día del séptimo mes lunar, todas las urracas vuelan juntas y forman un puente con sus alas y sus cuerpos para que Niu Lang, Zhi Nü y sus hijos puedan reunirse por una noche.

    Y si miran bien el cielo en una noche clara, podrán ver a Zhi Nü como la estrella Vega, brillante y hermosa, y a Niu Lang como la estrella Altair, con sus dos hijitos, dos estrellas más pequeñas a cada lado, esperando ese día especial para cruzar el puente de urracas. Y así es como el río de estrellas cuenta la historia de un amor que ni el cielo pudo separar para siempre.

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