Yu el Grande y el Control de las Inundaciones
Mitología china
Hace muchísimos, muchísimos años, en una tierra lejana llamada China, los ríos a veces se ponían un poco revoltosos. Un año, ¡se pusieron muy, muy revoltosos! Llovió tanto tanto, que los ríos crecieron y crecieron, como si quisieran abrazar toda la tierra. El agua subía y subía, ¡parecía que quería jugar a las escondidas con las casas! Pero a la gente no le hacía ninguna gracia, porque sus casitas y sus campos de arroz quedaban bajo el agua. ¡Qué problema tan grande!
Un hombre valiente llamado Gun, que era el papá de nuestro héroe, intentó solucionar el problema. Pensó: "¡Ya sé! ¡Construiré muros gigantes para detener el agua!". Y así lo hizo. Construyó muros y diques muy altos. Pero el agua era muy traviesa y siempre encontraba la manera de pasar por encima o por un ladito. Así que, aunque Gun trabajó mucho, el agua seguía haciendo de las suyas.
Entonces, apareció un joven llamado Yu, ¡el hijo de Gun! El emperador, que era como el rey de todos, le dijo: "Yu, tu papá lo intentó, pero no pudo. ¿Crees que tú puedes ayudarnos con estas aguas juguetonas pero peligrosas?".
Yu pensó y pensó. Miró los ríos, miró las montañas y dijo: "Mmm, en lugar de pelear contra el agua y tratar de encerrarla, ¿qué tal si la ayudamos a encontrar su camino al mar? Como cuando hacemos caminitos en la arena para que el agua corra".
¡Qué buena idea! Así que Yu, con muchísimos amigos y ayudantes, empezó a trabajar. No construyeron solo muros, ¡no! Empezaron a cavar canales, como largos caminos para el agua. Limpiaron los ríos para que el agua pudiera fluir mejor. Fue un trabajo muy, muy duro. Yu trabajó día y noche. A veces pasaba cerca de su casa, oía a sus hijitos jugar y la voz de su esposa, ¡pero no se detenía! Sabía que tenía una misión muy importante para ayudar a toda la gente. Dicen que durante trece años trabajó sin parar, ¡tanto que sus manos y pies se pusieron ásperos como la corteza de un árbol!
Y poco a poco, ¡funcionó! El agua empezó a seguir los nuevos caminitos que Yu y sus amigos habían hecho. En lugar de desbordarse por todas partes, el agua corría tranquilita por los canales hacia el gran, gran mar. ¡La tierra se secó!
¡Todos estaban tan felices! Podían volver a sus casas, sembrar arroz y jugar sin miedo a que el agua se lo llevara todo. Agradecieron mucho a Yu por su inteligencia y su enorme esfuerzo. Yu no solo había trabajado duro, sino que había pensado de una manera diferente y más astuta.
Por ser tan sabio y trabajador, y por haber salvado a todos de las inundaciones, la gente quería mucho a Yu. Tanto lo querían que, tiempo después, cuando el emperador se hizo viejito, Yu se convirtió en el nuevo emperador. Y así, el Gran Yu, como lo llamaron, enseñó a todos que, a veces, la mejor manera de solucionar un problema grande no es luchar contra él con todas tus fuerzas, sino entenderlo y guiarlo con inteligencia y mucha paciencia.
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