La descripción de Wuyan
Fábulas chinas
En el antiguo reino de Qi, vivía un rey llamado Xuan. Al rey Xuan le encantaban las fiestas, la música y rodearse de gente que solo le decía cosas bonitas. No le gustaba mucho pensar en los problemas del reino.
Un día, llegó al palacio una mujer llamada Zhongli Chun. Zhongli Chun no era la más guapa del reino, de hecho, muchos decían que era un poco... diferente. Pero tenía una mente brillante y un corazón valiente. Quería ayudar al rey y al reino.
Cuando estuvo frente al rey, Zhongli Chun no dijo ni una palabra al principio. Solo hizo cuatro gestos extraños.
Primero, levantó los ojos al cielo, como buscando algo muy lejos.
El rey Xuan, un poco extrañado, pensó: "¿Qué estará mirando?".
Luego, Zhongli Chun apretó los dientes con fuerza, ¡crac, crac!
El rey frunció el ceño: "¿Le dolerá una muela?".
Después, se dio unas palmaditas en las rodillas.
"¿Estará jugando?", se preguntó el rey, cada vez más confundido.
Y finalmente, agitó las manos como si espantara moscas invisibles.
"¡Pero bueno!", exclamó el rey. "¿Qué significan todas esas caras y movimientos?"
Zhongli Chun sonrió y explicó con calma: "Majestad, miro al cielo porque veo peligros acercándose a nuestro reino desde lejos. Aprieto los dientes porque el pueblo sufre en silencio y necesita ayuda. Me golpeo las rodillas porque gastas demasiado en lujos y fiestas en el palacio en lugar de cuidar bien el reino. Y agito las manos para alejar a los malos consejeros que te rodean y no te dicen la verdad, solo lo que quieres oír".
El rey Xuan se quedó con la boca abierta. ¡Nadie le había hablado con tanta sinceridad y valentía! Se dio cuenta de que Zhongli Chun, aunque no fuera la más bella por fuera, era increíblemente sabia e inteligente por dentro. Comprendió que ella veía los problemas que él ignoraba. Así que la nombró su consejera principal, ¡y hasta se casó con ella! Gracias a Zhongli Chun, el reino de Qi se volvió más fuerte y justo.
Pasó el tiempo, y en el palacio había otra mujer muy, muy guapa. Ella vio cómo el rey admiraba a Zhongli Chun y pensó: "¡Ajá! Si yo hago esos mismos gestos, seguro que el rey me querrá más a mí. ¡Es muy fácil!".
Así que un día, se presentó ante el rey. Con una gran sonrisa, levantó los ojos al cielo, pero no sabía por qué. Apretó los dientes, pero sin sentir nada especial. Se dio palmaditas en las rodillas, ¡plin, plin! Y agitó las manos sin ton ni son, como si bailara una danza extraña.
El rey la miró y, en lugar de impresionarse, ¡casi se ríe! "¿Pero qué haces tú?", le preguntó. "Pareces un poco... graciosa haciendo eso sin sentido".
La mujer guapa se puso roja como un tomate. Ella solo había copiado los movimientos, pero no entendía su significado profundo, ni sentía la preocupación que Zhongli Chun tenía por el reino.
Y así, todos en el palacio aprendieron una lección importante: no basta con imitar lo que hacen los demás si no entiendes por qué lo hacen. Lo que de verdad importa es la inteligencia, la valentía y las buenas ideas que vienen del corazón y la cabeza, como las de Zhongli Chun. Copiar por copiar, sin entender, ¡no sirve para nada y hasta puede ser un poco cómico!
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