En un jardín lleno de flores y árboles altos, un rey muy curioso paseaba una mañana soleada. Le gustaba observar los pequeños detalles de la naturaleza.

De repente, escuchó un canto alegre y fuerte: ¡cri-cri-cri! Era una cigarra, posada en la rama de un árbol, cantando feliz sin preocuparse por nada. Estaba tan contenta con su música que no se daba cuenta de lo que pasaba a su alrededor.

Pero, ¡ojo! Sin hacer ruido, una mantis religiosa de color verde brillante se acercaba sigilosamente a la cigarra. La mantis caminaba muy despacio, con sus grandes ojos fijos en la cigarra. Solo tenía ojos para la cigarra y pensaba: "¡Qué bocado tan rico me espera!". La mantis estaba tan concentrada en atrapar a la cigarra que tampoco miraba a su alrededor.

Y justo detrás de la mantis, ¿saben quién estaba al acecho? ¡Un pájaro de plumas amarillas como el sol! El pájaro amarillo estaba en otra rama, un poquito más arriba, y miraba fijamente a la mantis. "Mmm," pensó el pájaro, "esa mantis parece un caramelo verde. ¡Será mi almuerzo!". El pájaro amarillo solo quería comerse a la mantis y no se fijaba en nada más.

El rey observó toda la escena con mucha atención. Vio a la cigarra despreocupada, a la mantis concentrada en la cigarra, y al pájaro amarillo listo para saltar sobre la mantis.

El rey sonrió para sus adentros y pensó: "¡Qué curioso! La cigarra solo piensa en su canción. La mantis solo piensa en la cigarra. Y el pájaro amarillo solo piensa en la mantis. Cada uno está tan enfocado en lo que quiere, que no ve el peligro que tiene justo detrás."

Estuvo a punto de decir algo, quizás para asustarlos y que cada uno escapara. Pero luego pensó que era una buena lección para todos, incluso para él. A veces, cuando estamos muy emocionados por conseguir algo, nos olvidamos de mirar a nuestro alrededor y podemos meternos en problemas.

Así que el rey se quedó callado, observando cómo la naturaleza seguía su curso, y aprendió que siempre es bueno estar atento y mirar bien por todas partes, ¡no solo hacia adelante!

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