• Cuando la garza y la almeja luchan, el pescador se beneficia

    Fábulas chinas
    Junto a la orilla de un río, donde el agua brillaba como un espejo, una almeja grande y redondita abrió su concha para disfrutar del calorcito del sol. Estaba tan contenta, sintiendo los rayitos cálidos sobre su carne blandita.

    En ese momento, un avefría, un pájaro con un pico muy, muy largo y patas delgadas, pasaba volando. ¡Mmm, qué almuerzo tan delicioso!, pensó el avefría al ver la carne jugosa de la almeja.

    Rápidamente, el avefría bajó en picado y ¡zas!, metió su largo pico para atrapar a la almeja. Pero la almeja fue más rápida y ¡clac!, cerró su concha con fuerza, atrapando el pico del avefría.

    "¡Ay, mi pico!", gritó el avefría. "¡Suéltame, almeja tonta!"
    "¡No quiero!", respondió la almeja con la voz un poco apretada porque tenía el pico del pájaro dentro. "¡Tú querías comerme!"

    El avefría intentó sacar su pico, pero la almeja lo sujetaba muy fuerte.
    "Escucha, almeja," dijo el avefría, "si no abres tu concha hoy, y si no la abres mañana, te quedarás sin agua, te secarás al sol y te morirás."
    La almeja, aunque un poco asustada, no se dio por vencida. "Y tú, pájaro," contestó, "si no sacas tu pico de mi concha hoy, y si no lo sacas mañana, no podrás comer nada y te morirás de hambre."

    Así estuvieron un buen rato, el avefría tirando de su pico y la almeja apretando su concha. Ninguno de los dos quería ceder. Estaban tan ocupados en su pelea que no se dieron cuenta de que alguien se acercaba.

    Un pescador, que caminaba por la orilla del río buscando algo para cenar, los vio. Vio al pájaro con el pico atrapado y a la almeja bien cerrada.
    "¡Pero qué suerte tengo hoy!", pensó el pescador con una sonrisa.
    Se acercó despacito, sin hacer ruido, y con mucha facilidad, ¡plaf!, agarró al avefría y a la almeja juntos.

    Y así, mientras el avefría y la almeja seguían discutiendo sobre quién tenía la culpa, el pescador se los llevó a casa, contento con su pesca doble.

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