• El zorro que se aprovechó del prestigio del tigre

    Fábulas chinas
    En un bosque frondoso, donde los pájaros cantaban alegres melodías y las mariposas revoloteaban entre las flores, vivían muchos animales. Un día, un tigre grande y fuerte, con rayas naranjas y negras, paseaba buscando su almuerzo. Tenía mucha hambre y sus ojos brillantes buscaban alguna presa.

    De repente, ¡zas! Atrapó a un zorro astuto de pelaje rojizo. El zorro, al verse entre las garras del tigre, sintió un escalofrío, pero rápidamente se le ocurrió una idea.

    "¡Espera, espera, señor Tigre!", exclamó el zorro con la voz más valiente que pudo fingir. "No puedes comerme. ¿No sabes quién soy?"

    El tigre parpadeó, un poco confundido. "¿Quién podrías ser tú, pequeño zorro, para que yo no te coma?"

    "Pues soy nada más y nada menos que el rey de este bosque", dijo el zorro, inflando el pecho. "El mismísimo Cielo me ha enviado para gobernar a todos los animales. Si me comes, estarás desafiando al Cielo, y eso te traerá mala suerte".

    El tigre soltó una risita. "¿Tú, el rey? ¡Pero si eres tan pequeño! No te creo".

    "Si no me crees", respondió el zorro con astucia, "camina detrás de mí. Verás cómo todos los animales me temen y huyen al verme. Si no es así, entonces podrás comerme".

    El tigre pensó: "Bueno, no pierdo nada con intentarlo. Si es mentira, igual me lo como después". Así que aceptó. "Está bien," dijo el tigre. "Pero camina delante, yo te seguiré".

    Y así, el zorro empezó a caminar con el pecho inflado, muy orgulloso, y el tigre lo seguía de cerca, con sus grandes patas haciendo temblar un poco el suelo.

    Pronto se encontraron con unos conejitos que jugaban por ahí. Al ver al zorro... ¡y al enorme tigre detrás!, los conejitos salieron corriendo como si hubieran visto un fantasma, escondiéndose en sus madrigueras.

    El zorro miró de reojo al tigre y sonrió para sus adentros.

    Siguieron caminando y vieron a unos ciervos que bebían agua en el arroyo. Los ciervos levantaron la cabeza, vieron al zorro y al imponente tigre que lo seguía, y ¡zas!, desaparecieron entre los árboles a toda velocidad.

    El tigre estaba cada vez más asombrado. "¡Vaya!", pensó. "Este zorro pequeño de verdad debe ser muy importante. ¡Todos le tienen miedo!"

    Continuaron su paseo, y hasta los monos que parloteaban en las ramas se quedaron callados y se escondieron rápidamente al ver pasar al zorro con el tigre a sus espaldas.

    El tigre no se dio cuenta de que los animales no huían del zorro, ¡sino del temible tigre que venía detrás! Él solo veía cómo todos se apartaban del camino del pequeño zorro.

    Cuando terminaron el paseo, el zorro se giró hacia el tigre con una sonrisita. "¿Ves, señor Tigre? Te lo dije. Todos me respetan y me temen".

    El tigre, completamente convencido, inclinó la cabeza. "Perdona mi error, rey Zorro. No sabía que eras tan poderoso. Puedes irte en paz".

    Y así fue como el zorro astuto, usando la fuerza del tigre, logró salvar su vida y engañar al animal más fuerte del bosque. El tigre se quedó pensando en lo sorprendente que era que un animal tan pequeño pudiera ser el rey.

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