• Tirar de los brotes para ayudarlos a crecer

    Fábulas chinas
    En un pueblito rodeado de campos verdes, vivía un granjero un poquito impaciente. Un día de primavera, sembró con mucho cariño pequeñas plantitas de arroz en su campo. Él soñaba con una cosecha grande y abundante, ¡y la quería ya!

    Cada mañana, el granjero iba a mirar sus plantitas. "¡Uf!", suspiraba. "¡Qué despacio crecen! ¡Necesitan ser más altas, mucho más altas!" Y así, día tras día, su impaciencia crecía más que las propias plantas.

    Una tarde, mientras miraba sus plantitas que apenas asomaban de la tierra, tuvo una idea que él pensó que era brillante. "¡Ya sé!", exclamó. "Si las plantitas no crecen lo suficientemente rápido por sí solas, ¡yo las ayudaré un poquito!"

    Así que, con mucho entusiasmo, se agachó y empezó a tirar suavemente de cada tallo verde hacia arriba, un poquito nada más, para que parecieran más altas. "¡Así está mejor!", decía con cada tirón. "¡Ahora sí que están creciendo!" Trabajó toda la tarde, tirando de una plantita, luego de otra, hasta que todas parecían un poquito más espigadas.

    Cansado pero muy orgulloso de su "ayuda", volvió a casa y le contó a su familia: "¡Hoy hice un trabajo increíble! ¡Ayudé a nuestras plantitas de arroz a crecer más rápido! ¡Mañana verán qué altas están!"

    A la mañana siguiente, su hijo, muy curioso por lo que había hecho su papá, corrió al campo. Pero lo que vio lo dejó muy triste. Todas las pequeñas plantitas de arroz estaban marchitas, con las hojas caídas y sin vida. Al tirar de ellas el día anterior, el granjero, sin querer, había dañado sus delicadas raíces, y ya no podían tomar agua ni alimento de la tierra.

    El granjero, al ver el desastre, entendió que había cometido un gran error. Querer apurar las cosas no siempre es bueno, y a veces, la mejor ayuda es dejar que la naturaleza siga su propio ritmo.

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