El cangrejo y la zorra
Fábulas de Esopo
Cerca de donde las olas rompen con alegría en la playa, vivía un cangrejo un poco aventurero. Un día, este cangrejo pensó: "El mar es muy bonito, ¡pero ya me lo conozco todo! Quiero ver qué hay en la tierra firme".
Así que, con sus patitas caminando de lado, como hacen los cangrejos, salió del agua y empezó a pasear por la arena caliente. "¡Miren qué valiente soy!", parecía decir con cada pasito. "La tierra es un lugar estupendo, ¡y yo soy el primer cangrejo explorador!" Se sentía muy orgulloso de su hazaña.
No muy lejos de allí, un zorro con el estómago vacío y los ojos bien abiertos lo vio. El zorro se relamió los bigotes y pensó: "¡Pero qué suerte la mía! Un cangrejo despistado tan lejos del agua. ¡Hoy ceno temprano!"
El zorro, que era muy sigiloso, se acercó despacito, sin hacer ni un ruido. El cangrejo estaba tan ocupado mirando una mariposa de colores que no se dio cuenta del peligro.
¡Zas! En un abrir y cerrar de ojos, el zorro atrapó al pobre cangrejo.
Mientras el zorro se lo llevaba, el cangrejo pensó con tristeza: "Ay, qué tonto fui. Debí quedarme en mi casa, el mar, donde estoy seguro y sé cómo moverme".
Y así, el cangrejo aprendió, aunque un poquito tarde, que es mejor estar donde uno sabe cuidarse y pertenece.
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