El ciervo y la cueva del león
Fábulas de Esopo
En un claro del bosque, donde el sol pintaba el agua de un arroyo con colores brillantes, vivía un ciervo muy especial. Este ciervo tenía unos cuernos enormes y ramificados, ¡parecían la corona de un rey! Un día, mientras bebía agua fresca del arroyo, vio su reflejo.
"¡Vaya, vaya!" pensó el ciervo, admirando sus cuernos. "¡Qué cuernos tan espectaculares tengo! Son fuertes, elegantes y me hacen ver muy importante." Movía la cabeza de un lado a otro para ver cómo brillaban con el sol.
Pero luego, bajó la mirada y vio sus patas. Eran largas y delgadas. "Puaj," suspiró el ciervo. "Qué patas tan flacuchas y sin chiste. No me gustan nada. Si tan solo fueran tan impresionantes como mis cuernos..."
Justo en ese momento, entre los arbustos, ¡apareció un león hambriento con una melena despeinada! El león rugió con fuerza, ¡GRRRRRAAAAUUUU!, y sus ojos brillaron al ver al ciervo.
El ciervo sintió un escalofrío de miedo desde la punta de la nariz hasta el final de la cola. ¡No había tiempo que perder! Se dio la vuelta y ¡a correr!
Sus patas delgadas, esas que tanto había criticado, se movieron con una velocidad increíble. ¡Zas, zas, zas! Lo llevaban volando sobre la hierba, dejando atrás al león que intentaba alcanzarlo. El ciervo pensó: "¡Caramba! ¡Mis patas flacuchas son realmente rápidas!"
Corrió hacia la parte más densa del bosque, pensando que allí estaría a salvo. Pero ¡oh, no! Sus magníficos y enormes cuernos, de los que estaba tan orgulloso, se enredaron terriblemente entre las ramas bajas de un gran árbol. Tiró y tiró, pero no podía soltarse. Estaba atrapado.
El león, aunque más lento, ya se estaba acercando, resoplando.
El ciervo, con el corazón latiéndole muy fuerte, se dio cuenta de algo muy importante. "Mis patas, que yo creía feas y débiles, me estaban salvando la vida," pensó con tristeza. "Y mis hermosos cuernos, mi mayor orgullo, son los que me han puesto en este gran problema."
Y así, el ciervo aprendió una gran lección ese día: no siempre lo que parece más bonito o impresionante es lo más útil, y a veces, aquello que no valoramos tanto puede ser nuestra mayor fortaleza.
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