• El labrador y sus hijos

    Fábulas de Esopo
    En una casita rodeada de viñedos vivía un granjero con sus hijos. El granjero era trabajador y quería mucho a sus hijos, pero ellos... bueno, digamos que preferían jugar y descansar antes que ayudar en el campo.

    Un día, el granjero se puso muy enfermo. Sintiendo que le quedaba poco tiempo, llamó a sus hijos y les dijo con voz débil: "Queridos hijos, en nuestro viñedo hay un tesoro escondido. No recuerdo exactamente dónde, pero si cavan bien por todas partes, seguro lo encontrarán".

    Poco después, el granjero se despidió de este mundo. Los hijos, aunque tristes por su padre, también estaban emocionados. ¡Un tesoro! ¡Imaginaban cofres llenos de monedas de oro y joyas brillantes!

    Así que, al día siguiente, tomaron palas y azadones y empezaron a cavar. Cavaron por aquí, cavaron por allá, removieron cada rincón del viñedo. Buscaban y buscaban, pero no encontraron ni una sola moneda. Estaban cansados y un poco decepcionados. "Quizás papá se equivocó", pensaron.

    Pasó el tiempo y llegó la temporada de la cosecha. ¡Y qué sorpresa se llevaron! El viñedo, con la tierra tan bien removida y aireada por la búsqueda del tesoro, dio la cosecha de uvas más grande y jugosa que jamás habían visto. ¡Había uvas por todas partes!

    Los hermanos se miraron y sonrieron. De repente, entendieron las palabras de su padre. El verdadero tesoro no estaba enterrado bajo tierra en forma de oro, sino en el fruto de su propio esfuerzo. Al trabajar la tierra, aunque fuera buscando otra cosa, habían conseguido la mejor de las recompensas.

    Y así, los hijos aprendieron que el trabajo duro siempre trae sus frutos, y desde ese día, cuidaron el viñedo con alegría y dedicación.

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