• El campesino y el diablo

    Cuentos de los Hermanos Grimm
    En un pequeño pueblo, rodeado de campos verdes, vivía un campesino muy trabajador pero no muy rico. Un día, mientras araba la tierra con mucho esfuerzo, ¡zas!, apareció de la nada un pequeño personaje con cuernos y una cola puntiaguda. Era el Diablo, ¡pero no uno muy grande ni muy fiero!

    "Veo que trabajas mucho," dijo el Diablo con una sonrisa astuta. "¿Qué tal si hacemos un trato? Yo te daré un tesoro escondido en tu campo, y a cambio, compartiremos las cosechas durante un par de años. El primer año, yo me quedaré con todo lo que crezca encima de la tierra, y tú con lo que crezca debajo."

    El campesino, que era más listo que el hambre, pensó un momento y dijo: "¡Me parece un buen trato!". El Diablo se frotó las manos, pensando que se llevaría la mejor parte.

    Llegó la primavera y el campesino sembró... ¡muchos nabos y patatas! Cuando llegó el tiempo de la cosecha, el Diablo solo recibió un montón de hojas verdes y tallos que no servían para mucho. El campesino, en cambio, sacó de la tierra unos nabos enormes y unas patatas deliciosas.

    "¡Esto no es justo!", gritó el Diablo, frunciendo el ceño. "¡Me has engañado!"

    El campesino sonrió y dijo: "Bueno, si quieres, el próximo año cambiamos. Tú te quedas con lo que crezca debajo de la tierra y yo con lo de arriba."

    El Diablo, seguro de ganar esta vez, aceptó rápidamente. "¡Hecho!", exclamó, pensando en todas las ricas raíces que se llevaría.

    Así que, para la siguiente siembra, el campesino plantó... ¡trigo y maíz! Cuando las plantas maduraron, el campesino cosechó espigas doradas llenas de grano para hacer pan y harina. ¿Y el Diablo? Pues solo le quedaron las raíces secas y sin valor que estaban bajo tierra.

    "¡Otra vez me has engañado!", chilló el Diablo, rojo de furia. Dio un pisotón tan fuerte que levantó polvo y, con un ¡puf!, desapareció para no volver a molestar al campesino.

    Y así, el campesino, gracias a su ingenio, vivió feliz y con buenas cosechas durante muchos años, demostrando que a veces, pensar un poquito es mucho mejor que tener cuernos y cola.

    2320 Vistas