El mochuelo
Cuentos de los Hermanos Grimm
En un rincón tranquilo del mundo, donde los gallos cantaban al amanecer y las vacas pastaban felices, había un pueblito llamado Valdesol. La gente de Valdesol era amable y trabajadora, pero a veces se asustaban un poquito de las cosas que no conocían.
Una noche, cuando la luna brillaba como una moneda de plata, algo muy extraño apareció en el granero más grande del pueblo, el del señor Tomás. Era un pájaro grande, con ojos enormes y amarillos que parecían dos faroles en la oscuridad. Tenía plumas suaves y marrones, y hacía un sonido curioso: ¡Huuu, huuu!
Nadie en Valdesol había visto un animal así.
"¡Ay, qué espanto!", gritó la panadera al verlo por una rendija.
"¡Es un monstruo con ojos de fuego!", susurró el zapatero, escondiéndose detrás de su esposa.
Pronto, todo el pueblo estaba alborotado. Pensaban que era una criatura peligrosa venida de tierras lejanas para causar problemas.
"¡Hay que hacer algo!", dijo el alcalde, con voz temblorosa.
Decidieron enviar al hombre más valiente del pueblo para que echara al "monstruo". Ese era Pepe, el herrero, un hombre grande y fuerte, aunque en ese momento sentía un nudo en el estómago.
Pepe tomó una escoba, porque no quería hacerle daño, solo asustarlo, y caminó despacito hacia el granero. Los demás aldeanos lo miraban desde lejos, con los ojos muy abiertos.
Pepe entró al granero. Estaba oscuro y olía a heno. De repente, vio los dos ojos amarillos brillando desde una viga alta.
"¡Huuu, huuu!", hizo el pájaro.
Pepe dio un pequeño salto hacia atrás. "¡Fuera de aquí, criatura extraña!", gritó, agitando la escoba. No quería admitirlo, pero estaba un poco asustado.
El pájaro, que en realidad era un búho y estaba más sorprendido que asustado por tanto alboroto, abrió sus grandes alas y, con un vuelo silencioso, salió por una ventana abierta del granero. Voló sobre las cabezas de los aldeanos, que se agacharon pensando que los iba a atacar, y desapareció en la noche.
Cuando todo quedó en calma, la abuela sabia del pueblo, que había visto muchas cosas en su larga vida, se acercó.
"Pero, hijos míos", dijo con una sonrisa, "¿no ven lo que era? ¡Era solo un búho! Un pájaro de la noche que caza ratones. No hace daño a las personas".
La gente de Valdesol se miró unos a otros. Se sintieron un poco avergonzados por haberse asustado tanto de un simple búho. Pepe dejó la escoba en el suelo y se rio.
Desde esa noche, cuando escuchaban un "huuu, huuu" en la oscuridad, ya no sentían miedo. Sonreían y decían: "Ah, es nuestro amigo el búho, cuidando el pueblo". Y aprendieron que no todo lo desconocido es peligroso, a veces, solo hay que conocerlo un poquito mejor.
2211 Vistas