La ondina
Cuentos de los Hermanos Grimm
Imagina un molino antiguo, con su rueda de madera girando y girando al lado de un estanque de aguas muy quietas. Allí vivía un molinero con su esposa. No eran muy ricos, y a veces el molinero se sentaba junto al estanque, un poco triste.
Un día, mientras miraba el agua, ¡zas! Una figura hermosa salió del estanque. Era una ninfa del agua, con cabello largo como algas y ojos brillantes. La ninfa le dijo: "Molinero, ¿por qué estás tan triste?" Él le contó sus problemas. "No te preocupes," dijo ella. "Te haré muy rico. Solo tienes que prometerme una cosa: lo primero que haya nacido en tu casa cuando vuelvas."
El molinero pensó: "Seguro será un perrito o un gatito nuevo". Así que dijo: "¡Claro que sí!" y se fue contento a casa.
Pero ¡sorpresa! Al llegar, su esposa le mostró un bebé recién nacido, ¡su propio hijo! El molinero se puso muy pálido, pero ya había hecho la promesa.
El niño creció fuerte y alegre. El molinero siempre le decía: "Hijo, nunca te acerques demasiado a ese estanque." El muchacho se convirtió en un gran cazador y se casó con una joven muy buena.
Un día, persiguiendo un ciervo, el joven cazador llegó muy cerca del estanque. Hacía calor, y se agachó para lavarse la cara en el agua fresca. Apenas tocó el agua, ¡plaf! La ninfa del agua apareció, lo agarró con sus brazos fuertes y lo hundió en el estanque. ¡Había cobrado su promesa!
Su esposa lo esperó y esperó. Como no volvía, salió a buscarlo muy preocupada. Llegó al estanque y supo que algo malo había pasado. Llorando, caminó sin rumbo hasta que encontró a una anciana muy sabia sentada bajo un árbol. La anciana le dijo: "No llores más. Te ayudaré."
"Toma este peine de oro. Ve al estanque en luna llena y peina tu cabello con él." La esposa hizo lo que le dijo. Mientras se peinaba, la cabeza de su esposo apareció sobre el agua, la miró triste y desapareció.
Volvió con la anciana. "Ahora toma esta flauta de oro. Vuelve al estanque y toca una melodía dulce." Así lo hizo. Esta vez, su esposo apareció hasta la cintura, extendió los brazos hacia ella y se hundió de nuevo.
Una vez más fue con la anciana. "Por último, toma esta rueca de oro. Siéntate junto al estanque y ponte a hilar." La esposa obedeció. Mientras la rueca dorada giraba, su esposo salió completo del agua. ¡Estaba libre!
Pero justo cuando iban a abrazarse, el estanque se desbordó con una ola gigante que los separó, arrastrándolos lejos el uno del otro.
Cuando el agua bajó, se encontraron en tierras desconocidas y transformados. Él era un pastor y ella una pastora, y no se reconocieron al principio. Pasaron muchos años cuidando sus ovejas, sintiendo una tristeza en el corazón sin saber por qué.
Un día, sus rebaños se encontraron. Se miraron, y algo en sus ojos les pareció familiar. Él tocó una melodía en una flauta sencilla que había hecho, la misma que ella había tocado con la flauta de oro. Ella empezó a cantar una canción que recordaba de cuando hilaba con la rueca dorada. De repente, ¡se reconocieron! Se abrazaron muy fuerte, ¡y esta vez nada pudo separarlos! Vivieron felices para siempre, recordando siempre la lección del estanque.
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