La lista Gretel
Cuentos de los Hermanos Grimm
¿Conocen a Gretel? No, no la Gretel del cuento de Hansel, ¡sino otra Gretel! Esta Gretel era una cocinera muy lista y trabajaba para un señor que un día le dijo:
"Gretel, hoy viene un invitado muy importante. Prepara dos pollos bien asados, ¿entendido?"
Gretel, que era muy buena cocinando, se puso manos a la obra. Los pollos en el horno olían de maravilla. ¡Qué doraditos se estaban poniendo! Mientras esperaba, a Gretel le dio mucha sed. "Voy a la bodega a por un poco de cerveza," pensó.
Bajó, llenó una jarra y ¡qué rica estaba! Bebió un trago, y luego otro. "¡Qué bien sienta!", se dijo. De repente, recordó: "¡Ay, los pollos!"
Subió corriendo. Por suerte, los pollos estaban perfectos, doraditos y jugosos. "Mmm, esta alita parece un poco seca," pensó Gretel mientras miraba uno. "Voy a probarla, solo para asegurarme". ¡Estaba deliciosa! "Y la otra alita del otro pollo, para que no se sienta solo". ¡También riquísima!
Y así, probando un poquito de aquí y un poquito de allá, ¡zas! Uno de los pollos desapareció enterito en la barriga de Gretel. "Bueno," pensó, "un pollo es suficiente para el invitado. El amo ni se dará cuenta."
Justo entonces llegó su amo. "Gretel, ¿están listos los pollos? El invitado está por llegar."
"Casi, casi, señor," dijo Gretel, un poco nerviosa.
Llegó el invitado. El amo, contento, le dijo a Gretel: "¡Trae los pollos!"
Gretel pensó rápido. Corrió a la cocina, escondió bien el pollo que quedaba y le susurró al amo cuando volvió:
"¡Señor, señor! ¡Qué desgracia! Mientras usted afilaba el cuchillo para trinchar, ¡el invitado ha aprovechado y se ha llevado un pollo! ¡Lo vi salir corriendo con él!"
El amo se puso rojo de furia. "¡Qué sinvergüenza!" gritó. Agarró el cuchillo que estaba afilando y salió corriendo detrás del invitado, gritando: "¡Solo uno! ¡Solo uno!"
El invitado, al ver al amo correr hacia él con un cuchillo y gritando "¡Solo uno!", pensó que quería cortarle una oreja (¡o algo peor!). Así que corrió más rápido que el viento y desapareció.
Gretel, mientras tanto, sacó el otro pollo bien escondidito. "Pobre amo," dijo con una sonrisita, "se ha quedado sin invitado y sin un pollo. Pero yo no". Y se comió el segundo pollo, tan contenta, pensando en lo lista que había sido.
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