El Perro y el Gorrión
Cuentos de los Hermanos Grimm
En un rincón del mundo, no hace tanto tiempo, vivía un perro pastor que trabajaba mucho para su amo. Pero un día, el amo pensó que el perro ya era viejo y no servía para nada. "Mañana te desharás de él", le dijo a su esposa, sin saber que el perro lo entendía todo. El pobre perro se puso muy triste y se fue al bosque.
Allí se encontró con un gorrión. "¿Por qué estás tan triste, amigo perro?", le preguntó el pajarito.
El perro le contó su pena.
"¡No te preocupes!", dijo el gorrión. "Tengo una idea para que tu amo vea lo valioso que eres".
Al día siguiente, el gorrión le dijo al perro: "Cuando veas venir una carreta por el camino, túmbate en medio como si estuvieras muy cansado o dormido. Yo me encargaré del resto".
Así lo hizo el perro. Pronto apareció un carretero con una carreta llena de barriles de vino. El gorrión voló hacia uno de los barriles y empezó a picotear la tapa de madera hasta hacer un agujerito. ¡El vino empezó a gotear!
"¡Eh, tú, pájaro molesto!", gritó el carretero, pero el gorrión siguió picoteando.
El carretero, muy enfadado, bajó de la carreta para espantar al gorrión. En ese momento, el perro se levantó de un salto, ladró con fuerza y se lanzó como si fuera a morder al gorrión, que salió volando.
"¡Vaya, qué perro tan listo!", exclamó el carretero. "Has salvado mi vino de ese pájaro travieso. Si no tienes dueño, te llevaré conmigo".
El perro movió la cola contento y el carretero le dio un buen trozo de carne y se lo llevó a su casa.
El perro estaba feliz con su nuevo amo, pero no se olvidó de su amigo el gorrión. Cada vez que comía, guardaba un trocito para él.
Un día, el gorrión vio que el carretero trataba muy mal a sus caballos, dándoles latigazos sin piedad.
"¡Eso no está bien!", pensó el gorrión. Y voló hacia los caballos y les picó en los ojos con tanta fuerza que los caballos se encabritaron y se asustaron.
El carretero, furioso, agarró su hacha para matar al gorrión, pero el pajarito era muy rápido. El carretero lanzó el hacha con todas sus fuerzas, pero falló y, sin querer, golpeó a uno de sus propios caballos, que cayó al suelo.
"¡Pájaro del demonio!", gritó el carretero, más enfadado todavía.
Llegó a su casa echando chispas y vio al gorrión en el alféizar de la ventana, picoteando unos granos.
"¡Ahora sí que no te escapas!", bramó. Agarró de nuevo el hacha y la lanzó contra el gorrión. El gorrión voló justo a tiempo, y el hacha rompió la ventana en mil pedazos.
El gorrión se posó en la viga del granero. El carretero y su esposa lo persiguieron, tirando todo lo que encontraban a su paso, rompiendo muebles y platos, pero el gorrión siempre era más rápido.
Finalmente, el carretero, agotado y desesperado, logró atrapar al gorrión con la mano.
"¿Qué hago contigo?", le preguntó a su esposa.
"¡Trágatelo!", dijo ella. "Así nos libraremos de él para siempre".
Y el carretero, sin pensarlo dos veces, se tragó al gorrión.
Pero el gorrión no se dio por vencido. Dentro de la barriga del carretero, empezó a aletear y a moverse con todas sus fuerzas. El carretero sentía un cosquilleo terrible. De repente, el gorrión encontró el camino de salida, subió por la garganta del carretero y salió volando por su boca. Se posó en el tejado de la casa y desde allí cantó:
"¡Mira, mira qué hombre tan malo! ¡Por su crueldad, todo lo ha pagado! ¡Sus caballos ya no están, su casa destrozada está, y aunque me tragó, aquí me ves volar!"
El carretero se quedó mirando al cielo, sin poder creer lo que había pasado, dándose cuenta de que la maldad nunca trae nada bueno.
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