Día de mudanza
Cuentos de Andersen
En una casa llena de sol y risas, donde los juguetes jugaban solos cuando nadie miraba y los platos cuchicheaban en la cocina, un día todo cambió. Unos señores muy grandes empezaron a meter cosas en cajas enormes.
"¡Ay, qué susto!", exclamó una Taza de Té muy fina, que temblaba en su estante. "¿Qué está pasando?"
Un Soldadito de Plomo, que siempre era muy valiente, se asomó desde su caja de juguetes. "¡Parece una aventura! ¡Nos vamos de viaje!"
Un Libro Viejo, lleno de cuentos y sabiduría, suspiró desde la mesa. "Amigos míos, creo que nos estamos mudando de casa".
¡Mudanza! La palabra flotó en el aire. Algunos objetos se pusieron nerviosos. ¿Irían todos juntos? ¿Se perdería alguien?
La Pequeña Muñeca de Trapo abrazó fuerte a su Osito de Peluche. "No quiero separarme de ti", le susurró. El Osito, con sus ojos de botón, le dio un apretón tranquilizador.
Pronto, todos estaban envueltos en papel suave o metidos con cuidado en las cajas. La Taza de Té viajaba junto a sus hermanas, las otras tazas, bien protegidas. El Soldadito de Plomo marchaba dentro de una caja con otros juguetes, contando historias de batallas imaginarias para no aburrirse. El Libro Viejo estaba con otros libros, soñando con nuevas manos que pasarían sus páginas.
El viaje en el camión fue un poco movido. ¡Bum, bum, zas! Los objetos se mecían de un lado a otro. "¡Esto es más emocionante que la montaña rusa!", gritó una Pelota Saltarina desde el fondo de su caja.
Finalmente, el camión se detuvo. Con mucho cuidado, los señores grandes empezaron a sacar las cajas y a llevarlas a una casa nueva. Era diferente, olía a pintura fresca y a nuevas posibilidades.
Poco a poco, cada objeto encontró su nuevo lugar. La Taza de Té fue colocada en una bonita vitrina en el nuevo salón, desde donde podía ver el jardín. El Soldadito de Plomo encontró un puesto de vigilancia en la repisa de la chimenea, listo para nuevas misiones. El Libro Viejo fue a parar a una estantería junto a una cómoda butaca, perfecto para ser leído en las tardes de lluvia. Y la Pequeña Muñeca y su Osito encontraron un rincón acogedor en la habitación de una niña sonriente.
Aunque al principio echaron un poco de menos su antigua casa, pronto descubrieron que la nueva también podía ser un hogar maravilloso, lleno de nuevas aventuras y risas por compartir. Y así, todos los objetos, desde el más grande hasta el más pequeño, empezaron un nuevo capítulo en su vida, juntos en su nuevo hogar.
1345 Vistas