• El cuello de botella

    Cuentos de Andersen
    En lo alto de una casa, en un cuarto un poco oscuro y lleno de trastos viejos, vivía un cuello de botella. No era una botella entera, ¡solo el cuello! Pero tenía muchas historias que contar.

    "Mi primera vida fue la mejor," pensaba el cuello. "Yo era parte de una botella alta y elegante, llena de un vino tinto brillante. Me pusieron un corcho muy apretado, una etiqueta dorada y me llevaron a una fiesta. ¡Qué alegría! La gente reía y cantaba. Un joven levantó la botella y dijo: '¡Por los novios! ¡Salud!'"

    El corcho saltó con un "¡POP!" y todos gritaron "¡Hurra!". Ese fue mi momento más feliz. Luego, bueno, me caí y me rompí. Solo quedó mi cuello.

    Un día, un boticario, que es como un farmacéutico de antes, me encontró. "Este trocito servirá", dijo. Y me llenó con una medicina de olor fuerte para una viejecita que estaba muy enferma. Aunque la medicina no olía tan bien como el vino, ayudé a que la viejecita se sintiera mejor.

    Cuando la viejecita se curó, me puso en su ventana. Un pajarito venía todos los días a beber agua de mí. "¡Pip, pip!" cantaba el pajarito, y yo me sentía útil otra vez. ¡Incluso le daba de comer miguitas de pan que la viejecita ponía a mi alrededor!

    Más tarde, un niño me encontró en el jardín. "¡Qué bonito!" dijo, y puso una pequeña flor amarilla dentro de mí. Por un ratito, fui un jarrón para una flor.

    Y así, después de muchas aventuras, terminé aquí, en este desván. A veces me acuerdo del "¡POP!" del corcho y de la fiesta. ¡Ese fue mi mejor momento!

    "Pero saben," pensó el cuello de botella con una sonrisita de vidrio, "aunque solo soy un trocito, he visto más cosas y he sido más útil que muchas botellas enteras que solo se quedan en un estante. ¡Cada pedacito tiene su historia!"

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