• Pulgarcito

    Cuentos de los Hermanos Grimm
    En una cabaña humilde, rodeada de árboles altos, vivían un leñador y su esposa. Eran buenas personas, pero estaban un poquito tristes porque no tenían hijos. Un día, la esposa suspiró: "¡Ay, cómo me gustaría tener un hijito, aunque fuera tan pequeño como mi dedo pulgar!"

    Y ¡zas! Como por arte de magia, su deseo se cumplió. Nació un niño, ¡pero qué niño! Era chiquitito, chiquitito, ¡del tamaño exacto de un pulgar! Por eso, lo llamaron Pulgarcito.

    Pulgarcito era pequeño, pero ¡muy listo y valiente! Un día, su papá necesitaba llevar la carreta al bosque, pero no tenía quién le ayudara con el caballo.
    "¡Yo te ayudo, papá!" dijo Pulgarcito. Se subió a la oreja del caballo y desde allí le decía: "¡Arre, caballito, a la derecha, a la izquierda!"
    ¡El caballo obedecía como si entendiera! Qué maravilla, ¿verdad?

    Dos hombres extraños vieron esto y se quedaron con la boca abierta. "¡Queremos comprar a ese niño tan especial!" le dijeron al leñador. Ofrecieron mucho dinero.
    Al papá le dio mucha pena, pero eran tan pobres... Así que, con lágrimas en los ojos, aceptó. Pulgarcito, para consolarlo, le susurró: "No te preocupes, papá, ¡volveré!"

    Los hombres metieron a Pulgarcito en el bolsillo de un sombrero. Pero nuestro amiguito era astuto. Cuando pasaron cerca de un campo, saltó y se escondió en un agujero de ratón. ¡Adiós, hombres!
    Luego, para pasar la noche, se metió en una concha de caracol vacía. ¡Qué camita tan original!

    Al día siguiente, oyó a unos ladrones que planeaban robar la casa del cura. "¡Necesitamos a alguien pequeño para que entre por la reja!", decían.
    "¡Yo puedo!" gritó Pulgarcito. Los ladrones se sorprendieron, pero lo llevaron.
    Una vez dentro, en lugar de ayudarles, Pulgarcito empezó a gritar: "¿Quieren llevarse todo lo que hay aquí? ¿También los platos y las cucharas?"
    La cocinera se despertó, los ladrones huyeron asustados, y Pulgarcito se escondió en un montón de heno para dormir.

    Por la mañana, ¡zas! Una vaca se comió el heno... ¡con Pulgarcito dentro!
    "¡Ay, qué oscuro está aquí!" gritaba Pulgarcito desde la barriga de la vaca. La gente pensó que la vaca estaba embrujada y, ¡pobre vaca!, la sacrificaron.

    El estómago de la vaca, con Pulgarcito aún dentro, fue arrojado. Y ¿quién apareció? ¡Un lobo hambriento! ¡Ñam! Se lo comió de un bocado.
    Desde la panza del lobo, Pulgarcito, que no perdía el ingenio, gritó: "¡Señor Lobo, conozco un lugar con comida deliciosa: la casa de mis padres!"
    El lobo, glotón, le hizo caso. Cuando llegaron, Pulgarcito gritó: "¡Papá, mamá, el lobo está aquí!"

    El papá y la mamá, al oír la voz de su hijo desde el lobo, actuaron rápido. ¡Plaf! Acabaron con el lobo y, con mucho cuidado, abrieron su panza.
    ¡Y allí estaba Pulgarcito, sano y salvo! ¡Qué alegría! Hubo abrazos, risas y una gran fiesta.
    Y aunque Pulgarcito siguió siendo pequeño, todos sabían que tenía un corazón y una valentía enormes.

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