El nacimiento y las historias de amor de Afrodita
Mitología griega
Imaginen un mar azul brillante, tan azul como el cielo en un día soleado. Un día, de la espuma blanca que hacían las olas al jugar con la orilla, ¡surgió una sorpresa! No era un pez payaso, ni una estrella de mar con gafas de sol. ¡No! Era una diosa, la más hermosa que jamás hubieran visto los ojos. Su cabello brillaba como los rayos del sol y sus ojos tenían el color del océano más claro. La llamaron Afrodita, que suena un poco a "nacida de la espuma", ¡y así fue!
Unos vientecillos juguetones, llamados Céfiros, la soplaron suavemente en una concha marina gigante, como si fuera una reina en su carruaje, hasta la playa de una isla muy bonita. Allí, unas ninfas muy simpáticas, que eran como las hadas de la naturaleza, la recibieron con alegría. Le dieron ropas tejidas con hilos de luna y la adornaron con las flores más perfumadas.
Cuando Afrodita llegó al Olimpo, la casa de los dioses en las nubes, ¡todos se quedaron boquiabiertos! Hasta el sol pareció brillar un poquito más fuerte. "¡Qué maravilla!", decían unos. "¡Es un encanto!", suspiraban otros. Su sonrisa era tan dulce que hacía que hasta el dios más gruñón se sintiera feliz. Y así, se convirtió en la diosa del amor, la belleza y la alegría. ¡Todo lo que tocaba se volvía más bonito!
Claro, siendo tan bella, muchos dioses querían ser su novio. ¡Hacían fila para invitarla a tomar un néctar! Pero Zeus, que era el jefe de todos los dioses, tuvo una idea. Para que no hubiera peleas, decidió que Afrodita se casaría con Hefesto.
Hefesto era el dios del fuego y un artesano increíble. Podía hacer joyas que brillaban como estrellas y juguetes mecánicos que se movían solos. Era muy bueno y trabajador, pero digamos que no había ganado el concurso de belleza del Olimpo; de hecho, cojeaba un poquito. Afrodita al principio se puso un poco triste. Ella imaginaba a alguien... bueno, ¡diferente! Pero Hefesto la quería de verdad y siempre le hacía regalos preciosos, ¡como un cinturón mágico que la hacía aún más irresistible!
Afrodita enseñó a todos, dioses y humanos, lo importante que es querer y ser querido. Hacía que los corazones latieran más rápido y que la gente se diera abrazos. Siempre iba acompañada de palomitas blancas y gorriones, y a veces de cisnes elegantes. Y donde ella pisaba, crecían rosas y mirtos.
Así que ya saben, si alguna vez ven una ola muy espumosa en el mar, o sienten una alegría muy grande en el corazón, quizás sea un poquito de la magia de Afrodita, la diosa que nació de la espuma para llenar el mundo de amor y cosas bonitas.
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