• Sacar la luna del agua

    Fábulas chinas
    Una noche, bajo un cielo lleno de estrellas brillantes, una pandilla de monos muy curiosos jugaba entre las ramas de un árbol altísimo. Este árbol crecía justo al lado de un pozo de agua muy quieta y profunda.

    Mientras saltaban y se perseguían, el mono más pequeño se detuvo de golpe. Miró hacia el pozo y sus ojos se abrieron como platos.
    "¡Amigos, amigos! ¡Miren!" gritó con sorpresa. "¡La luna, la hermosa luna redonda, se ha caído dentro del pozo!"

    Todos los demás monos corrieron a la orilla del pozo y se asomaron. Y sí, allí abajo, en el agua oscura, brillaba una luna redonda y plateada, igualita a la que veían en el cielo.
    "¡Oh, no!" exclamó una monita. "¿Cómo vamos a sacarla de ahí? ¡Pobrecita luna!"
    "¡Tenemos que rescatarla!" dijo otro mono con valentía.

    Después de pensar un poquito, al mono más grande se le ocurrió una idea.
    "¡Ya sé! ¡Haremos una cadena de monos! Yo me agarraré fuerte de la rama del árbol, el siguiente se agarrará de mi cola, el otro de la suya, y así hasta que el último pueda alcanzar la luna."

    A todos les pareció una idea genial. Así que, el mono más grande se sujetó con fuerza a una rama resistente. Otro mono se colgó de su cola, y luego otro, y otro más, hasta que formaron una larga, larguísima cadena de monos que llegaba casi hasta el agua.

    El último mono de la cadena, el más chiquito y ligero, estiró su mano con mucho cuidado hacia la luna que brillaba en el agua. Estaba tan emocionado. ¡Iba a tocar la luna!
    Pero justo cuando sus deditos rozaron la superficie del agua, ¡splash! La luna en el agua se movió, se arrugó toda y se convirtió en muchas ondas brillantes que se esparcieron por todas partes.

    Los monos se quedaron muy confundidos. "¿Qué pasó? ¿A dónde se fue la luna?" se preguntaban unos a otros.
    En ese momento, el mono más viejo, que se había quedado observando desde arriba, soltó una risita.
    "Miren hacia arriba, pequeños," dijo con calma.

    Todos los monos levantaron la cabeza. Y allí, en el cielo oscuro, seguía brillando la luna, grande, redonda y muy tranquila en su sitio.
    Los monos en la cadena se miraron. Luego miraron el agua, donde ya no había ninguna luna, solo el reflejo tembloroso de las estrellas.
    "¡Ohhh!" dijeron todos a la vez, entendiendo por fin. "¡Era solo el reflejo de la luna en el agua!"

    Un poco avergonzados por su confusión, pero también aliviados de que la luna estuviera bien, los monos deshicieron su cadena. Desde esa noche, aprendieron que a veces las cosas no son lo que parecen, y que es bueno mirar bien y pensar un poquito antes de lanzarse a una gran aventura. Y aunque no pudieron "pescar" la luna, se divirtieron mucho intentándolo.

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