Una taza de agua para apagar un carro de leña en llamas
Fábulas chinas
Imaginen un camino largo, largo, por donde un buen hombre empujaba su carreta llena de leña. El sol brillaba fuerte y hacía un poquito de calor. De repente, ¡zas! Una chispita traviesa saltó de algún lado y la leña seca empezó a arder.
Primero fue una llamita pequeña, como la de una vela de cumpleaños. Pero con el viento y tanta madera junta, ¡fiuuum!, el fuego creció y creció, volviéndose una fogata enorme encima de la carreta.
El hombre se asustó mucho. "¡Oh, no! ¡Mi leña! ¡Mi carreta!", gritaba mientras el fuego bailaba cada vez más alto.
Justo en ese momento, pasó por allí un vecino que llevaba en la mano una tacita, ¡una tacita muy chiquita!, con un poquito de agua que iba a usar para regar una flor.
Viendo el gran incendio en la carreta, el vecino pensó: "¡Voy a ayudar!". Corrió lo más rápido que pudo y, con todas sus fuerzas, ¡splash!, lanzó el poquito de agua de su taza sobre las llamas gigantes.
¿Y qué creen que pasó? Pues… el fuego ni se enteró. Las llamas siguieron danzando y quemando la leña como si nada. El poquito de agua de la taza fue como echar una gotita en un lago. ¡Desapareció sin hacer ningún efecto!
El hombre de la carreta y su vecino se quedaron mirando el fuego, que seguía muy contento quemándolo todo. Entendieron que para apagar un incendio tan grande, una sola tacita de agua no servía de mucho. Necesitaban muchísima más agua, ¡quizás un cubo entero o la ayuda de muchos amigos con muchos cubos!
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