Marcar el barco para encontrar la espada
Fábulas chinas
En un día muy bonito, con el sol brillando en el cielo, un señor decidió cruzar un río en un pequeño bote. Este señor llevaba consigo su espada favorita, una espada muy brillante y especial.
Mientras el bote navegaba tranquilamente, ¡zas!, la espada se le resbaló de las manos y cayó al agua con un "pluf".
¡Oh, no! ¡Mi espada!, gritó el señor. Pero en lugar de preocuparse mucho, tuvo una idea que él pensó que era muy inteligente. Sacó un cuchillito y ¡clac! Hizo una marca en el costado del bote, justo donde la espada había caído.
"Así, cuando lleguemos a la orilla, sabré exactamente dónde buscarla", pensó con una sonrisa.
El bote siguió avanzando, y avanzando, dejando atrás el lugar donde la espada se había hundido. El señor miraba su marca, muy seguro de sí mismo.
Finalmente, el bote llegó a la otra orilla del río. El señor, muy contento, miró la marca que había hecho.
"¡Aquí es!", dijo. Y sin pensarlo dos veces, ¡paf! Se lanzó al agua justo debajo de la marca.
Buscó y buscó, metió las manos en el barro, miró entre las algas, pero ¿adivinen qué? La espada no estaba allí.
Claro, el bote se había movido, ¡pero la espada se había quedado en el fondo del río, mucho más atrás! El señor no entendía por qué. La marca estaba en el bote, ¿verdad?
Pero el río es grande y el bote se mueve. La marca en el bote no ayudaba a encontrar algo que se quedó quieto en el agua, en un lugar diferente.
Y así, el señor aprendió que a veces, las ideas que parecen buenas... ¡necesitan un poquito más de pensamiento!
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