• La golondrina y la serpiente

    Fábulas de Esopo
    En un edificio muy alto, donde la gente importante tomaba decisiones, una golondrina muy trabajadora decidió construir su nido. "¡Qué buen lugar!", pensó. "Aquí, entre estas paredes donde se habla de lo justo y lo correcto, mis polluelos estarán a salvo".

    Así que, con ramitas, barro y mucha ilusión, hizo un nido acogedor en una esquina del tejado. Pronto, el nido se llenó de pequeños huevos y, al poco tiempo, de hambrientos pajaritos que piaban sin parar. La mamá golondrina iba y venía, trayéndoles gusanitos y bichitos ricos.

    Pero, ¡cuidado! En un agujero oscuro de ese mismo edificio, vivía una serpiente astuta y silenciosa. Desde su escondite, observaba a la golondrina y a sus pequeños. Un día, mientras la mamá golondrina estaba lejos buscando comida, la serpiente se deslizó lentamente, subió por la pared sin hacer ruido, llegó al nido y… ¡ñam! Se comió a todos los polluelos.

    Cuando la golondrina regresó con el pico lleno de comida, encontró el nido vacío. ¡Qué tristeza tan grande sintió! Su corazón de mamá se partió. Volaba alrededor del nido, llorando y diciendo: "¡Oh, qué terrible! Pensé que este era el lugar más seguro, un lugar donde se protege al inocente. ¡Y es justo aquí donde me ha pasado la peor de las desgracias!".

    Y así, la pobre golondrina aprendió que a veces, incluso en los lugares que parecen más seguros, puede esconderse el peligro.

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