• La hormiga

    Fábulas de Esopo
    Bajo el cálido sol del verano, cuando todo el campo estaba lleno de flores y música, una Hormiga muy trabajadora no paraba de ir y venir. Llevaba granitos de trigo y semillitas a su casa, el hormiguero, preparándose para los días fríos.

    Mientras tanto, una Cigarra, con su guitarra en mano (bueno, en patita), solo se dedicaba a cantar y a tomar el sol. Veía pasar a la Hormiga, cargada y apurada, y le decía con una sonrisa:
    "¡Ay, Hormiguita! ¿Por qué te cansas tanto con este calor? ¡Ven a cantar conmigo! ¡La vida es para disfrutarla!"

    La Hormiga, secándose el sudor de la frente (si las hormigas sudaran así), le respondía:
    "Estoy guardando comida para cuando llegue el frío invierno, amiga Cigarra. Deberías hacer lo mismo, porque la comida no crecerá para siempre."

    Pero la Cigarra solo se reía. "¡Bah! Para el invierno falta muchísimo. ¡Hay tiempo de sobra! ¡A disfrutar ahora!" Y seguía con su alegre música.

    Y así pasó el verano. La Hormiga trabajando sin descanso, llenando su despensa. La Cigarra cantando y bailando, sin preocuparse por nada más que el presente.

    Pero el tiempo vuela, y las hojas de los árboles empezaron a caer. Llegó el otoño y, después, un invierno muy, muy frío. La nieve cubrió todo el campo y ya no había ni una brizna de hierba ni una flor a la vista.

    La Hormiga estaba calentita en su hormiguero, con un montón de comida rica y suficiente para pasar todo el invierno.

    Pero la pobre Cigarra... ¡Ay, la Cigarra! Tiritaba de frío bajo una hoja seca y su estómago hacía "gruñ-gruñ" de hambre. Ya no tenía ganas de cantar. No encontraba ni una hojita para comer, ni un bichito despistado.

    Entonces, se acordó de la Hormiga trabajadora y de sus sabias palabras. Con las pocas fuerzas que le quedaban, fue hasta el hormiguero y llamó a la puerta: Toc, toc, toc.

    La Hormiga abrió un poquito. "¿Quién es con este frío?" preguntó.
    "Soy yo, la Cigarra", dijo con voz temblorosa. "Amiga Hormiga, tengo mucho frío y no he comido nada en días. ¿Podrías compartir un poquito de tu comida conmigo?"

    La Hormiga la miró y recordó los días de verano. "Dime, Cigarra, ¿qué hacías tú mientras yo trabajaba sin parar bajo el sol, recogiendo alimento?"
    La Cigarra, avergonzada, susurró: "Yo... yo cantaba y disfrutaba del buen tiempo."

    La Hormiga suspiró. "Ya veo. Mientras yo trabajaba para el futuro, tú solo pensabas en el presente. Lo siento mucho, amiga Cigarra, pero lo que tengo es para mí y mi familia, que trabajamos duro por ello. Quizás el próximo verano aprendas la lección de que hay un tiempo para divertirse, pero también un tiempo para ser previsor y trabajar."

    Y la Cigarra, triste y hambrienta, entendió que es importante pensar en el mañana y que el trabajo y la preparación tienen su recompensa.

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