• La paloma y la hormiga

    Fábulas de Esopo
    Un día de mucho calor, una hormiguita muy pequeñita tenía una sed enorme. "¡Ay, qué sed!", pensó. Se acercó con mucho cuidado a la orilla de un arroyo para beber un poquito de agua fresca. Pero, ¡zas!, dio un mal paso, resbaló y cayó derechito al agua.

    "¡Socorro! ¡Socorro!", gritaba la hormiguita mientras la corriente la arrastraba. "¡Me ahogo, ayúdenme!"

    Por suerte, una paloma muy buena estaba descansando en la rama de un árbol que crecía justo al lado del arroyo. Escuchó los gritos de la hormiguita y la vio luchando en el agua. "¡Oh, pobrecita!", dijo la paloma. Sin pensarlo dos veces, cortó una hojita con su pico y la dejó caer suavemente en el agua, muy cerca de la hormiguita.

    La hormiguita, con todas sus fuerzas, logró subirse a la hojita como si fuera un pequeño barquito. Así, flotando y flotando, llegó sana y salva hasta la orilla. "¡Muchísimas gracias, amiga Paloma!", le dijo la hormiguita, muy contenta y aliviada. "¡Me has salvado la vida!" La paloma sonrió y siguió descansando.

    Pasaron unos días. La hormiguita estaba buscando miguitas de pan cerca de unos arbustos cuando, de repente, vio a un cazador. El cazador caminaba de puntillas, sin hacer ruido, y llevaba una red en la mano. Estaba apuntando con mucho cuidado hacia el árbol donde descansaba su amiga, la paloma, que no se había dado cuenta de nada.

    "¡Oh, no! ¡El cazador va a atrapar a mi amiga Paloma!", pensó la hormiguita. Recordó cómo la paloma la había ayudado. "¡Tengo que hacer algo rápido!"

    Entonces, la valiente hormiguita corrió lo más rápido que pudo hacia el cazador y, ¡ñac!, le dio un fuerte picotazo en el tobillo desnudo.

    "¡AUCH!", gritó el cazador del dolor, soltando la red y dando un salto. El ruido y el movimiento brusco despertaron a la paloma.

    La paloma miró hacia abajo, vio al cazador adolorido y a su pequeña amiga hormiga. Entendió al instante lo que había pasado. Agradecida, batió sus alas con fuerza y voló muy, muy lejos, a un lugar seguro.

    La hormiguita se quedó mirando cómo se alejaba su amiga, feliz de haber podido devolverle el favor.

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