• El jardinero y el perro

    Fábulas de Esopo
    En un jardín muy bonito, donde crecían tomates rojos y lechugas verdes, vivía un jardinero llamado Don Manuel. Don Manuel tenía un perro, se llamaba Chispa. La tarea de Chispa era muy importante: cuidar el jardín para que los conejos traviesos no se comieran las zanahorias y para que ningún extraño entrara.

    Pero a Chispa, a veces, le gustaba más dormir que vigilar. Un día de mucho sol, después de corretear mariposas, Chispa encontró un lugar fresquito y escondido para echar una siesta. ¿Adivinan dónde? ¡Justo al lado del pozo de agua, casi metido en la sombra que daba el borde! Se acurrucó y ¡zas! Se quedó profundamente dormido, soñando con huesos gigantes.

    Más tarde, Don Manuel salió a regar sus plantas. Buscó a Chispa por aquí, buscó por allá... ¡pero Chispa no aparecía por ninguna parte! Don Manuel empezó a preocuparse.
    "¿Dónde estará Chispa?", se preguntó.
    Se acercó al pozo para sacar agua y miró hacia abajo. Como Chispa estaba tan quietecito y un poco escondido, Don Manuel no lo vio bien y pensó lo peor: "¡Ay, no! ¡Pobre Chispa! ¡Seguro se cayó dentro del pozo!".

    El corazón de Don Manuel empezó a latir muy rápido. "¡Tengo que salvarlo!", pensó.
    Con mucho cuidado, y un poco asustado, Don Manuel empezó a bajar por la escalera que había dentro del pozo. Iba despacito, llamando: "¡Chispa! ¿Estás ahí, amiguito?".

    Cuando llegó casi al fondo, donde todavía no había mucha agua, ¿qué creen que vio?
    ¡A Chispa, durmiendo tranquilamente como un bebé, roncando un poquito! No se había caído, solo había encontrado el lugar más fresco y silencioso para su siesta.

    Don Manuel primero sintió un gran alivio. ¡Chispa estaba bien! Pero luego, suspiró y miró a Chispa, que seguía durmiendo.
    "¡Chispa!", le dijo con voz firme pero cariñosa. "¡Qué susto me has dado! Pensé que te había pasado algo terrible".
    Chispa se despertó de un salto, un poco confundido. Miró a Don Manuel, movió la cola y bostezó, como diciendo: "¿Qué pasa? Estaba en el mejor sueño".

    Don Manuel sonrió un poco. "Tu trabajo es cuidar el jardín, no darme estos sustos durmiendo en lugares donde no te veo", le explicó mientras subían juntos del pozo. "Casi me caigo yo por venir a buscarte".

    Chispa pareció entender, porque lamió la mano de Don Manuel. Desde ese día, Chispa intentó buscar lugares más visibles para sus siestas, y Don Manuel aprendió a mirar dos veces antes de preocuparse tanto. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

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