El león, la zorra y el asno
Fábulas de Esopo
Un día soleado en la sabana, un León, un Zorro y un Burro decidieron que cazar juntos sería una gran idea. El León era fuerte, el Zorro astuto y el Burro, bueno, el Burro era muy trabajador.
¡Y vaya que tuvieron suerte! Atraparon un montón de animales para la cena.
El León, sintiéndose el jefe, le dijo al Burro con su vozarrón: "Burrito, tú eres conocido por ser justo. Por favor, divide nuestra comida".
El Burro, que era muy honesto y pensaba que todos merecían lo mismo, hizo tres montones de comida exactamente iguales. Uno para el León, uno para el Zorro y uno para él.
Al León esto no le hizo ninguna gracia. ¿Cómo se atrevía el Burro a ponerse a su nivel? ¡Él era el rey! Así que, con un rugido que hizo temblar las hojas de los árboles, ¡PLAF! El León saltó sobre el pobre Burro y se lo comió.
Luego, el León miró al Zorro, que estaba un poco pálido y con los pelos de punta. "Zorro listo", dijo el León, "ahora te toca a ti. Reparte la comida, y también al Burro".
El Zorro, que era muy astuto y había aprendido la lección viendo al Burro, no lo pensó dos veces. Hizo un montón GIGANTE con casi toda la comida y el Burro para el León. Y para él, dejó solo un pedacito muy, muy pequeño, casi invisible.
El León sonrió de oreja a oreja. "¡Magnífico, Zorro! ¡Qué reparto tan inteligente! Dime, ¿quién te enseñó a dividir tan bien?".
El Zorro, tragando saliva, respondió con una vocecita: "Fue el Burro, majestad. Su mala suerte me enseñó mucho".
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