La Muchacha del Pelaje Mixto
Cuentos de los Hermanos Grimm
En un reino donde el sol parecía sonreír cada mañana, vivía un rey con su reina, a quien amaba más que a todas las estrellas del cielo. La reina tenía el cabello dorado como el sol del mediodía. Pero un día, la reina se puso muy enferma.
Antes de cerrar sus ojos para siempre, le hizo prometer al rey: "Querido esposo, si alguna vez te casas de nuevo, que sea con alguien tan hermosa como yo y con cabellos dorados como los míos".
El rey, con el corazón roto, lo prometió. Pasó el tiempo, y el rey se sentía muy solo. Sus consejeros le decían que debía casarse. Buscó y buscó, pero ninguna mujer era tan bella como su difunta esposa, ni tenía cabellos tan dorados. Hasta que un día, miró a su propia hija, la princesa. ¡Ella era igual de hermosa y tenía el mismo cabello dorado!
El rey pensó: "¡Es ella! Debo casarme con mi hija". La princesa se asustó muchísimo. ¡Eso no podía ser! Así que pensó un plan para ganar tiempo. Le dijo a su padre: "Me casaré contigo, pero primero debes darme tres vestidos: uno dorado como el sol, otro plateado como la luna, y uno brillante como las estrellas. Y además, un manto hecho con un pedacito de piel de cada animal de tu reino".
Ella pensó que sería imposible, pero el rey, con todo su poder, consiguió cada una de esas cosas maravillosas.
La princesa, al ver los vestidos y el manto, supo que debía escapar. Una noche, tomó los tres vestidos, un anillo de oro, una rueca de oro pequeñita y un carrete de oro. Se puso el manto de pieles, que la cubría de pies a cabeza, y se tiznó la cara y las manos con hollín para que nadie la reconociera. Parecía un animalito del bosque y así la llamaron "Milpieles".
Corrió y corrió hasta llegar a un bosque oscuro y se escondió en el hueco de un árbol. Un día, el rey de un país vecino estaba cazando. Sus perros encontraron a Milpieles. La llevaron al castillo. Como no decía quién era y parecía sucia, la pusieron a trabajar en la cocina. Dormía bajo las escaleras y todos se burlaban de ella.
Un día, el rey del castillo anunció un gran baile. Milpieles le rogó al cocinero que la dejara ir a ver, aunque fuera un ratito. El cocinero, para burlarse, le dijo: "Si recoges todas estas lentejas que voy a tirar en las cenizas antes de que vuelva, podrás ir". Milpieles, con paciencia, las recogió rapidísimo. Cuando nadie miraba, se lavó, se puso su vestido dorado como el sol y fue al baile. El rey quedó maravillado con la hermosa desconocida. Bailó con ella toda la noche, pero antes de que terminara, ella se escabulló y volvió a la cocina, poniéndose su manto de Milpieles. Antes de irse del salón, dejó caer su anillo de oro en la sopa del rey que el cocinero estaba preparando.
El rey, muy intrigado, anunció otro baile. Milpieles volvió a pedir permiso y, de nuevo, se las arregló para ir. Esta vez, se puso su vestido plateado como la luna. El rey estaba aún más encantado. Bailaron y bailaron, pero ella volvió a escapar, dejando caer su rueca de oro en la sopa.
El rey, decidido a saber quién era la misteriosa dama, organizó un tercer baile. Milpieles se puso su vestido brillante como las estrellas. Esta vez, el rey fue más astuto. Mientras bailaban, le deslizó un anillo de oro en el dedo sin que ella se diera cuenta. Ella logró escapar, pero no tan rápido. El rey vio un mechón de su cabello dorado asomando por debajo del manto. Ella, apurada, dejó caer su carrete de oro en la sopa.
Al día siguiente, el rey encontró los objetos de oro en su sopa. Llamó al cocinero. "¿De dónde salieron estas cosas?", preguntó. El cocinero, asustado, culpó a Milpieles. El rey mandó llamar a Milpieles. Cuando ella llegó, el rey vio el anillo que él le había puesto en el dedo. "¡Tú eres la dama del baile!", exclamó. Con cuidado, le quitó el manto de pieles, y allí estaba la princesa, con su cabello dorado y su belleza radiante.
Milpieles le contó toda su historia, cómo había huido de su padre. El rey, que ya se había enamorado de ella en los bailes, le pidió que se casara con él.
Y así, la princesa que una vez fue Milpieles se convirtió en reina. Celebraron una boda maravillosa y vivieron felices para siempre, olvidando todas las tristezas del pasado.
1509 Vistas