• La Pluma y el Tintero

    Cuentos de Andersen
    En el escritorio de un poeta, donde las ideas revoloteaban como mariposas de colores, había un Tintero muy elegante y una Pluma delgada y lista para la acción.

    Un día, el Tintero, sintiéndose muy importante, le dijo a la Pluma:
    —¡Mira cuánta tinta maravillosa tengo dentro! De mí salen todas las historias, los poemas y las cartas importantes. Sin mí, tú no serías nada.

    La Pluma, que no se quedaba callada, respondió con un ligero temblor:
    —¡Qué dices! Tú puedes tener toda la tinta del mundo, pero si yo no la tomo y la llevo al papel, se quedaría ahí quieta y aburrida. ¡Soy yo la que baila sobre la hoja y crea las palabras!

    —Pero yo soy la fuente, el origen de todo —insistió el Tintero, un poco ofendido—. De mí pueden salir cuentos de dragones, canciones de cuna, o hasta secretos de reyes. ¡Tengo un universo de posibilidades!

    —Posibilidades, sí —contestó la Pluma, moviendo su punta con picardía—. Pero yo soy la que las hace realidad. Yo he escrito sobre el sol brillante, la luna misteriosa y las estrellas fugaces. ¡Yo he tocado el papel!

    Así pasaban los días, discutiendo quién era más valioso. El Tintero presumía de lo que podía contener, y la Pluma de lo que había hecho.

    Una mañana, llegó el Poeta. Se sentó, miró el papel en blanco, y una idea iluminó su rostro. Tomó con cuidado a la Pluma, la sumergió suavemente en el Tintero, y ¡zas! Empezó a escribir.

    La Pluma se deslizaba feliz, dejando un rastro de tinta oscura que formaba letras, luego palabras, y después frases llenas de magia. El Tintero sentía cómo un poquito de su tinta se iba, pero se sentía emocionado al ver cómo se transformaba en una historia preciosa sobre un bosque encantado.

    Cuando el Poeta terminó, sonrió satisfecho. Dejó la Pluma con cuidado al lado del Tintero. Ambos estaban un poco cansados, pero muy contentos.

    El Tintero miró a la Pluma y pensó: "Es verdad, sin ella, mi tinta no llegaría a ningún lado".
    La Pluma miró al Tintero y pensó: "Y sin él, yo no tendría nada que escribir".

    En ese momento, entendieron que no se trataba de quién era mejor. El Poeta necesitaba a los dos para crear sus maravillosas historias. El Tintero guardaba la magia, y la Pluma la hacía visible para todos. Y así, siguieron trabajando juntos, cada uno orgulloso de su parte en la aventura de escribir.

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