Líf y Lifthrasir
Mitología nórdica
¿Sabían que una vez, hace muchísimo tiempo, el mundo pasó por un momento muy, muy difícil? Fue como un invierno larguísimo y oscuro, tan frío que parecía que el sol se había olvidado de salir. Los dioses y los gigantes tuvieron una pelea enorme, ¡y todo se sacudió! Parecía que el mundo se iba a acabar.
Pero, ¡esperen! No todo estaba perdido. En medio de todo ese lío, había dos personas muy listas: un hombre llamado Líf y una mujer llamada Lífþrasir. Cuando vieron que las cosas se ponían feas, pensaron rápido. "¡Tenemos que encontrar un lugar seguro!", se dijeron.
Buscaron y buscaron, y encontraron un escondite secreto en un bosque muy especial, llamado el Bosque de Hoddmímir. Algunos dicen que este bosque era parte del gran árbol Yggdrasil, el árbol gigante que conectaba todos los mundos. ¡Imagínense qué escondite tan mágico!
Allí, Líf y Lífþrasir se acurrucaron, esperando que pasara la gran tormenta y el frío terrible. ¿Y saben de qué se alimentaban? ¡Del rocío de la mañana! Cada mañana, encontraban gotitas frescas de agua en las hojas de los árboles, y eso les daba fuerzas para seguir adelante. Era como si el bosque mismo los estuviera cuidando.
Pasó mucho, mucho tiempo. El ruido de las peleas se calmó, el frío empezó a irse y, un buen día, ¡el sol volvió a brillar! El mundo estaba diferente, más tranquilo, como si hubiera despertado de un largo sueño.
Líf y Lífþrasir salieron con cuidado de su escondite en el bosque. Miraron a su alrededor y vieron que todo estaba listo para empezar de nuevo. ¡Eran las únicas personas que quedaban!
Así que Líf y Lífþrasir tuvieron hijos. Y sus hijos tuvieron más hijos. Y así, poquito a poquito, gracias a ellos dos que fueron tan valientes y pacientes, el mundo se llenó de gente otra vez. Fueron como los abuelitos de todos los que vinieron después, y gracias a ellos, la vida pudo continuar en un mundo nuevo y brillante.
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