• La contienda de Poseidón y Atenea

    Mitología griega
    Hace muchísimo tiempo, en la soleada tierra de Grecia, nació una ciudad nueva y reluciente. Era tan bonita que todos los dioses querían ser su protector. Pero dos eran los más interesados: el poderoso Poseidón, dios del mar, con su tridente brillante, y la sabia Atenea, diosa de la inteligencia y la artesanía, con su casco reluciente.

    El rey de la ciudad, un hombre muy justo llamado Cécrope, dijo: "El dios o diosa que ofrezca el regalo más útil para nuestra ciudad será nuestro patrón".

    Poseidón, que siempre quería ser el primero, golpeó el suelo con su tridente ¡BUM! Y de la tierra brotó un manantial de agua. "¡Miren!", exclamó orgulloso. "¡Agua para todos!". Pero... ¡ay! La gente probó el agua y ¡puaj! Era salada, como el mar. No servía mucho para beber ni para regar las plantas.

    Entonces, Atenea, con una sonrisa tranquila, tocó el suelo suavemente con su lanza. Y de la tierra creció un árbol hermoso, con hojas plateadas y pequeños frutos verdes: ¡un olivo!
    "Este árbol", explicó Atenea, "les dará alimento con sus aceitunas, aceite para cocinar y para iluminar sus casas, y madera para construir".

    La gente de la ciudad y el rey Cécrope pensaron y pensaron. El agua salada era... bueno, salada. Pero el olivo ofrecía tantas cosas buenas. Así que, todos estuvieron de acuerdo: ¡el regalo de Atenea era el mejor!

    La ciudad fue nombrada Atenas, en honor a la sabia diosa. Poseidón se enfadó un poquito al principio, ¡claro! A nadie le gusta perder. Pero luego vio lo feliz que estaba la gente con su olivo y entendió que Atenea había hecho un regalo maravilloso.

    Y así, Atenas se convirtió en una ciudad famosa, protegida por la inteligente Atenea, y todos recordaron siempre la competencia de los regalos.

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