• Jingwei llena el mar

    Fábulas chinas
    Hace mucho, mucho tiempo, en una tierra donde el sol brillaba con especial alegría, vivía una princesita llamada Nüwa. Su papá era el gran Emperador del Fuego, ¡imagínate qué importante!

    A Nüwa le encantaba el mar. No el mar de jugar en la bañera, ¡sino el enorme Mar del Este! Le gustaba sentir la arena entre los dedos de los pies y escuchar el sonido de las olas.

    Un día, mientras jugaba felizmente cerca de la orilla, construyendo el castillo de arena más alto que jamás se había visto, una ola gigante, más grande que una casa, la sorprendió. ¡Zas! La ola la arrastró mar adentro y, tristemente, la pequeña Nüwa desapareció bajo las aguas.

    Pero la historia de Nüwa no termina ahí. Su espíritu valiente no quería rendirse. ¡De ninguna manera! Así que se transformó en un pajarito muy especial, con plumas de colores brillantes y una vocecita decidida. Este pajarito se llamó Jingwei.

    Jingwei estaba muy triste y un poco enfadada con el Mar del Este por lo que había pasado. Así que tomó una decisión muy, muy grande para un pajarito tan pequeño: ¡iba a rellenar el mar!

    ¿Y cómo lo haría? Pues volaba hasta las Montañas del Oeste, recogía con su piquito una ramita o una piedrecita, ¡la más pequeña que pudieras imaginar!, y luego volaba de regreso, cruzando todo el cielo, hasta el Mar del Este. Allí, dejaba caer su carga. ¡Ploc! Otra ramita. ¡Ploc! Otra piedrecita.

    El Mar del Este, que era un poco presumido y se creía muy importante, se reía al verla. "Jajaja, pajarito tonto", le decía con voz de olas grandes. "¿De verdad crees que con esas cositas vas a rellenarme? ¡Soy enorme! ¡Nunca lo conseguirás!"

    Pero Jingwei no se desanimaba. Con su vocecita firme, respondía: "Puede que tarde mucho, muchísimo tiempo. Puede que tarde mil años, ¡o un millón de años! Pero no me rendiré. Y si yo no lo consigo, mis hijitos pájaros seguirán, y los hijitos de mis hijitos también, hasta que este mar esté lleno".

    Y así, día tras día, el pajarito Jingwei seguía volando, llevando sus pequeñas cargas, demostrando que con constancia y un corazón valiente, incluso la tarea más difícil puede enfrentarse.

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