Hacer bulto para llenar un hueco
Fábulas chinas
En el país de Qi, vivía un rey al que le gustaba mucho, ¡muchísimo!, escuchar música. Su instrumento favorito era el "yu", que era como una flauta grande y especial. Al rey le encantaba tanto que tenía una orquesta enorme, ¡con trescientos músicos tocando el yu todos juntos! ¡Imagínense qué sonido tan potente!
Un día, un señor llamado Nanguo escuchó que el rey pagaba muy bien a sus músicos y les daba comida deliciosa. Nanguo pensó: "¡Qué buena oportunidad!". Pero había un pequeño problema: Nanguo no sabía tocar el yu. ¡Ni una nota!
Pero era muy astuto, así que fue al palacio y le dijo al rey: "Majestad, soy un gran maestro del yu". El rey, feliz de tener otro músico, lo aceptó.
Entonces, Nanguo se sentó con los otros trescientos músicos. Cuando la orquesta empezaba a tocar, Nanguo agarraba su yu, movía los dedos como si estuviera tocando, inflaba las mejillas y hacía gestos muy serios. Pero, en realidad, ¡no salía ningún sonido de su yu! Como había tantos músicos tocando al mismo tiempo, nadie se daba cuenta. El sonido de los demás tapaba su silencio.
Nanguo estaba feliz. Comía bien, le pagaban y nadie descubría su secreto.
Pasó el tiempo, y el rey se hizo muy viejito y se fue a descansar para siempre. Su hijo se convirtió en el nuevo rey. Este nuevo rey también amaba la música del yu, pero tenía una idea diferente. Él pensaba: "Quiero escuchar a cada músico tocar solito, uno por uno, para apreciar bien su talento".
Cuando Nanguo escuchó esto, ¡casi se desmaya del susto! Pensó: "¡Ay, no! Si tengo que tocar solo, todos descubrirán que no sé nada. ¡Qué vergüenza!".
Así que, antes de que le tocara su turno, Nanguo recogió sus cosas en silencio y, ¡puf!, se escabulló del palacio lo más rápido que pudo. Nadie volvió a saber de él.
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