• Lanzas y escudos

    Fábulas chinas
    En la plaza de un pueblo muy animado, donde los vendedores gritaban para anunciar sus productos, había un hombre que vendía armas. No armas de juguete, ¡sino lanzas y escudos de verdad!

    Este hombre tenía una voz muy fuerte y le encantaba presumir. Un día, levantó un escudo reluciente y gritó: "¡Miren este escudo maravilloso! ¡Es el escudo más fuerte del mundo! ¡Nada, pero nada de nada, puede atravesarlo! ¡Ni la flecha más veloz ni la espada más afilada!" La gente se acercaba, curiosa.

    Luego, el vendedor tomó una lanza larga y puntiaguda. La levantó bien alto y proclamó: "¡Y miren esta lanza increíble! ¡Es la lanza más poderosa que existe! ¡Puede atravesar cualquier cosa, cualquier escudo, sin importar lo duro que sea!" Algunos en la multitud asentían, impresionados por tanta seguridad.

    De repente, un niño pequeño que estaba escuchando con mucha atención, levantó la mano y preguntó con voz clara: "Señor vendedor, si su lanza es tan fuerte que puede atravesar todo, y su escudo es tan fuerte que nada puede atravesarlo... ¿qué pasaría si usted intentara clavar su lanza en su propio escudo?"

    El vendedor se quedó de piedra. Abrió la boca para hablar, pero no le salieron las palabras. Se puso un poco rojo y empezó a tartamudear. Miró su lanza, luego su escudo, y de nuevo al niño. La gente alrededor empezó a sonreír y a cuchichear.

    El hombre de las armas no supo qué decir. Había dicho dos cosas que no podían ser verdad al mismo tiempo, ¡y un niño se había dado cuenta!

    1459 Vistas