• Pintar una serpiente y añadirle patas

    Fábulas chinas
    En una aldea donde el sol siempre sonreía, un grupo de personas había terminado un gran trabajo y decidieron celebrarlo. Uno de ellos trajo una jarra grande con una bebida muy sabrosa, ¡pero solo había una jarra para todos!

    "¿Cómo decidimos quién se la bebe?", preguntó uno.
    Otro, muy listo, tuvo una idea: "¡Hagamos un concurso! El primero que dibuje una serpiente en la tierra con una ramita, se gana la bebida".

    A todos les pareció una idea genial. Rápidamente, cada uno tomó una ramita y se puso a dibujar en el suelo.
    Un hombre, que era muy veloz con las manos, terminó su serpiente en un abrir y cerrar de ojos. ¡Qué serpiente tan larga y curvada había dibujado!

    Al ver que los demás todavía estaban agachados, dibujando con mucho cuidado sus propias serpientes, pensó: "¡Ja! Soy el más rápido. Y para que mi serpiente sea aún más especial, ¡le voy a añadir unas patas! Así será la serpiente más increíble de todas". Y con una sonrisita, empezó a dibujar pequeñas patitas a su serpiente.

    Justo cuando estaba terminando de añadir la cuarta patita, otro hombre gritó: "¡Terminé!". Este hombre había dibujado una serpiente simple, sin nada extra, pero muy bien hecha. Se levantó, tomó la jarra de bebida y se preparó para beber.

    El primer hombre, el que había añadido patas, se levantó de un salto y dijo: "¡Oye, espera un momento! Yo terminé mi serpiente primero".
    El segundo hombre miró el dibujo del primero y, con una ceja levantada, preguntó: "¿Eso es una serpiente? Las serpientes no tienen patas. Lo que tú dibujaste parece más bien un lagarto extraño". Luego, añadió: "Yo dibujé una serpiente de verdad, y terminé antes de que tú convirtieras la tuya en... eso".

    Los demás se acercaron a mirar y estuvieron de acuerdo. "Es cierto", dijo uno, "las serpientes se arrastran, no caminan con patas".
    Así, el hombre que dibujó la serpiente correctamente, aunque no fue el primero en trazar la forma básica, fue quien disfrutó de la deliciosa bebida. El hombre que le añadió patas a su serpiente se quedó sin nada, aprendiendo que a veces, querer hacer más de la cuenta puede arruinar algo que ya estaba bien.

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