• El lobo y su sombra

    Fábulas de Esopo
    Un atardecer, mientras el sol se escondía perezosamente detrás de las montañas, un lobo paseaba por el campo. El sol, al bajar, hacía que su sombra se alargara y se alargara sobre el pasto.

    El lobo miró su sombra y se quedó boquiabierto. "¡Caramba!" pensó. "¡Qué sombra tan enorme tengo! ¡Debo ser el animal más grande y fuerte de todo el bosque! ¡Miren qué patas tan largas, qué cuerpo tan imponente!"

    Se sintió tan orgulloso y poderoso que empezó a caminar con el pecho inflado, mirando a todos lados como si fuera el rey. "Con este tamaño," se dijo a sí mismo, "¿quién podría asustarme? ¿Un león? ¡Bah! ¡Seguro que hasta un león me tendría miedo si viera lo gigantesco que soy!"

    Justo en ese momento, mientras el lobo se admiraba a sí mismo y soñaba con lo valiente que era, un león de verdad, grande y con una melena imponente, apareció entre los árboles. El león vio al lobo y, sin pensarlo dos veces, ¡zas!, se abalanzó sobre él.

    El lobo, sorprendido y muy asustado, apenas tuvo tiempo de pensar: "¡Ay de mí! ¡Qué tonto he sido! Mi propia vanidad me ha engañado. Creerme grande por una simple sombra casi me cuesta caro."

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