Las mentiras de Ditmarsh
Cuentos de los Hermanos Grimm
Déjenme contarles sobre un viaje que hice una vez, a un país muy, muy especial. No llegué en barco ni en avión, ¡sino montado en una hoja gigante que flotaba con el viento!
En ese país, llamado Ditelmarso, las cosas eran un poquito diferentes. Por ejemplo, los pollos asados no esperaban en el plato, ¡volaban por el aire! Si tenías hambre, solo tenías que abrir la boca y, ¡ñam!, un pollo calentito caía justo dentro. ¡Delicioso!
Los ríos no llevaban agua, ¡sino rica leche con chocolate! Y en las orillas, en lugar de piedras, había galletas de todas las formas y sabores. Si querías cruzar el río, no necesitabas un puente de madera. ¡La gente cruzaba patinando sobre una barra de mantequilla!
Una vez vi dos gansos que intentaban arar un campo, ¡pero el arado era tan pesado que los gansos apenas podían moverlo! Y luego, vi a un burro que enseñaba a leer a un grupo de ratoncitos muy atentos.
En Ditelmarso, las casas no se construían con ladrillos, ¡sino con bizcochos gigantes! Y si llovía, no caía agua, sino ¡gotas de miel! Los árboles daban frutas muy curiosas: uno daba salchichas y otro, ¡huevos fritos listos para comer!
Recuerdo haber visto a un hombre que intentaba atrapar el viento en una bolsa. ¡Corría y corría, pero el viento siempre se escapaba! Y los peces, en lugar de nadar en el agua, ¡volaban por el cielo como pájaros y cantaban canciones muy afinadas!
También vi a dos bueyes que estaban en el tejado de una casa, ¡intentando poner tejas nuevas! Y lo más gracioso fue ver a las moscas construyendo un puente enorme con un solo hilo de telaraña para cruzar un pequeño charco.
Todo esto que les cuento es tan cierto como que las vacas vuelan cuando nadie las mira. Bueno, quizás exageré un poquito con lo de las vacas, ¡pero el resto es pura verdad de Ditelmarso! ¿O no? Lo que sí es seguro es que fue un viaje muy divertido a un lugar donde todo era posible y un poquito alocado.
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