• Doctor Sabelotodo

    Cuentos de los Hermanos Grimm
    En un pueblito rodeado de campos verdes, vivía un campesino llamado Cangrejo. Cangrejo no era muy rico, pero era un buen hombre. Un día, Cangrejo fue a la ciudad y vio a un doctor muy elegante con muchos libros. "¡Qué bien vive ese doctor!", pensó Cangrejo. "Yo también quiero ser doctor".

    Así que fue a hablar con el doctor. "Señor doctor," dijo, "¿cómo puedo convertirme en doctor como usted?"
    El doctor, que era un poco bromista, le dijo: "Es fácil. Vende tu carreta y tus bueyes. Compra un libro con un gallo dibujado en la portada, ropa de doctor y un letrero que diga: SOY EL DOCTOR SABELOTODO".

    Cangrejo hizo exactamente eso. Puso su letrero y se sentó a esperar pacientes, aunque no sabía nada de medicina, ¡solo sabía leer un poquito su libro del gallo!

    Un día, a un señor muy rico del pueblo le robaron una gran cantidad de dinero. ¡Estaba furiosísimo! Alguien le habló del Doctor Sabelotodo.
    "¡Tráiganmelo!", ordenó el señor rico. "Si es tan sabio, encontrará mi dinero".

    Cuando el Doctor Sabelotodo llegó a la casa del señor rico con su esposa, lo invitaron a cenar. Cangrejo estaba muy nervioso. ¡Él no sabía cómo encontrar dinero robado!
    El primer sirviente trajo la sopa. Cangrejo, suspirando, le dijo a su esposa en voz baja: "Ay, esposa, ese es el primero". El sirviente, que era uno de los ladrones, ¡se puso pálido como el papel! Pensó que el doctor lo había descubierto.

    Luego, un segundo sirviente trajo el plato principal. Cangrejo, más nervioso aún, murmuró: "Ese es el segundo". ¡El segundo ladrón casi se desmaya!

    Cuando el tercer sirviente trajo el postre, Cangrejo dijo: "Y ese es el tercero". ¡El tercer ladrón temblaba de miedo! Los tres sirvientes eran los que habían robado el dinero.

    Más tarde, los tres sirvientes fueron en secreto a hablar con el Doctor Sabelotodo. "¡Por favor, no nos delate!", suplicaron. "Le diremos dónde está el dinero y le daremos una parte si no dice nada". Le contaron que el dinero estaba escondido en la chimenea. Cangrejo, que no entendía nada pero vio su oportunidad, asintió con aire de importancia.

    Al día siguiente, el señor rico le dijo al Doctor Sabelotodo: "Demuéstrame tu sabiduría. Dime qué hay debajo de esta fuente tapada". Los sirvientes, para ayudar al doctor y asegurarse de que no los delatara, habían puesto un cangrejo grande debajo de la fuente.

    Cangrejo no tenía ni idea de qué había allí. Miró la fuente y suspiró, pensando en su propia situación: "¡Ay, pobre Cangrejo, en qué lío te has metido!".
    Pero el señor rico exclamó: "¡Increíble! ¡Ha adivinado que es un cangrejo!".
    Luego, el Doctor Sabelotodo, recordando lo que le dijeron los sirvientes, señaló la chimenea y dijo con mucha seguridad: "Y el dinero robado está allí".

    El señor rico encontró su dinero en la chimenea y le dio al Doctor Sabelotodo una gran recompensa. Y así, Cangrejo, el campesino que solo sabía leer un libro con un gallo, se hizo famoso y vivió felizmente, aunque todos pensaban que era el hombre más sabio del mundo.

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