• Valhalla y las Valquirias

    Mitología nórdica
    En el cielo, muy por encima de las nubes y las montañas nevadas, había un lugar mágico llamado Asgard. El rey de este lugar era Odín, un dios muy sabio con un solo ojo brillante (¡pero veía todo!). Odín tenía un salón enorme, ¡el más grande que puedas imaginar! Se llamaba Valhalla, y sus paredes brillaban como el oro.

    Odín quería llenar su salón Valhalla con los guerreros más valientes de todos los tiempos. Pero, ¿cómo encontrarlos? ¡Ah! Para eso tenía unas ayudantes muy especiales: las Valquirias.

    Imagina a unas mujeres fuertes y valientes, como guerreras del cielo. Llevaban armaduras relucientes y cascos con alas. Montaban caballos alados que galopaban entre las nubes, ¡más rápidos que el viento! Estas eran las Valquirias.

    Su trabajo era observar las batallas que ocurrían en la Tierra, allá abajo. Cuando un guerrero luchaba con gran coraje, sin miedo, y finalmente caía en combate como un verdadero héroe, ¡zas! Una Valquiria descendía velozmente desde el cielo.

    Con cuidado y respeto, la Valquiria recogía el espíritu del héroe y lo llevaba volando, en su caballo mágico, hasta las puertas doradas de Valhalla.

    ¿Y qué hacían los guerreros en Valhalla? ¡Pues divertirse a lo grande y entrenar! Cada mañana, los guerreros, que ahora se llamaban Einherjar, se despertaban, se ponían sus armaduras y ¡a luchar! Practicaban y practicaban unos contra otros en un campo enorme. ¡Pero era una lucha amistosa! Si alguien se hacía un rasguño o un chichón, ¡puf! Sanaba al instante, como por arte de magia. Así podían luchar todo el día sin preocuparse.

    Cuando llegaba la noche, todos los guerreros, cansados pero contentos, entraban al gran salón de Valhalla. Allí, en mesas larguísimas, les esperaba un banquete delicioso. Había montañas de comida rica y jarras de hidromiel, una bebida dulce como la miel que les encantaba. Las Valquirias, después de su trabajo de buscar héroes, también estaban allí, sirviendo la comida y la bebida con una sonrisa.

    Odín se sentaba en su trono, observando a sus valientes guerreros, contando historias y riendo con ellos. Todos comían, bebían y charlaban hasta muy tarde.

    ¿Y por qué tanto entrenamiento y tanta fiesta? Porque Odín sabía que algún día llegaría una batalla muy, muy importante, la batalla final llamada Ragnarok, y necesitaba a los mejores y más valientes guerreros para ayudar a proteger el mundo.

    Así que, si alguna vez mirabas al cielo y veías una figura brillante volar en un caballo con alas, ya sabías: una Valquiria iba en camino a buscar a un nuevo héroe para el gran salón de Odín, el maravilloso Valhalla, donde los valientes celebraban y se preparaban para ser los protectores de todos.

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