El Origen del Hidromiel de la Poesía
Mitología nórdica
En el lejano norte, donde viven los dioses valientes y los gigantes gruñones, sucedió algo muy curioso. Hubo una vez dos grupos de dioses, los Aesir y los Vanir, que no siempre se llevaban bien. ¡Peleaban un poquito! Pero un día decidieron ser amigos y, para sellar su amistad, todos escupieron en un gran caldero. De esa mezcla mágica nació un hombre llamado Kvasir, ¡el más sabio de todos! Kvasir viajaba por el mundo compartiendo su conocimiento con todos.
Pero ¡ay! Dos enanos un poco pillos, llamados Fjalar y Galar, invitaron a Kvasir a su cueva. Y allí, ¡pobre Kvasir!, lo engañaron y se quedaron con su sabiduría de una forma no muy bonita. Con su sangre y miel dulce, prepararon una bebida especial: el hidromiel de la poesía. ¡Quien la probaba, se convertía en el mejor contador de historias o en el más listo del lugar!
Estos enanos eran bastante problemáticos. Un día, hicieron enfadar a un gigante llamado Gilling, ¡y a su esposa también! El hijo de Gilling, un gigante grandote llamado Suttungr, se puso furiosísimo. Para vengarse, les quitó a los enanos el hidromiel mágico y lo escondió en una montaña secreta, llamada Hnitbjörg, custodiado por su hija, la giganta Gunnlöð.
Odín, el papá de todos los dioses, que era muy curioso y quería ser aún más sabio, se enteró de esta bebida. ¡La quería! Así que se disfrazó de un simple trabajador llamado Bölverkr y fue a ver a Baugi, el hermano de Suttungr. Le dijo: "Trabajaré para ti todo el verano si me ayudas a conseguir un sorbito de ese hidromiel".
Baugi, después de mucho trabajo de Odín, aceptó. Con una barrena mágica, Odín le pidió a Baugi que hiciera un agujero en la montaña. ¡Zas! Odín se transformó en una pequeña serpiente y se deslizó por el agujero.
Dentro estaba Gunnlöð, la guardiana. Odín, que era muy astuto, charló con ella, le contó historias y la convenció para que le dejara dar solo tres sorbitos del hidromiel. Gunnlöð, un poco confiada, dijo que sí. Pero Odín, con cada "sorbito", ¡vació uno de los tres grandes cuencos donde estaba el hidromiel! ¡Se lo bebió todo!
¡Rápido como el viento! Odín se transformó en una gran águila y salió volando hacia Asgard, el hogar de los dioses. Suttungr, al descubrir el engaño, se convirtió también en águila y lo persiguió furioso. ¡Qué carrera por los cielos! Al llegar a Asgard, los otros dioses habían preparado recipientes. Odín escupió el hidromiel en ellos. Dicen que, con la prisa y la persecución, algunas gotitas se le cayeron fuera de Asgard... y esas son para los poetas no tan buenos. Pero el resto, el hidromiel de la verdadera poesía y sabiduría, Odín lo compartió con los dioses y con los humanos que lo merecían. Y así, gracias a Odín, la poesía y la sabiduría llegaron al mundo.
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