• Thor y Mjolnir

    Mitología nórdica
    Un día, el sol brillaba con fuerza en Asgard, el hogar de los dioses. Thor, el dios del trueno, famoso por su gran fuerza y su barba roja, se despertó con un gran bostezo. Estiró su mano para agarrar su martillo mágico, Mjolnir, ese que siempre volvía a su mano sin importar cuán lejos lo lanzara. Pero… ¡oh, sorpresa! ¡El martillo no estaba allí!

    "¡Mjolnir! ¿Dónde está Mjolnir?", gritó Thor, buscando debajo de su cama y detrás de las cortinas. Su corazón latía rápido como un tambor. ¡No podía vivir sin su martillo!

    Loki, el dios astuto y a veces un poco travieso, escuchó los gritos de Thor. "¿Qué sucede, hermano?", preguntó con una sonrisita.
    "¡Alguien ha robado a Mjolnir!", exclamó Thor, muy preocupado.
    Loki pensó un momento, acariciándose la barbilla. "Mmm, creo que sé quién pudo haber sido. Seguramente un gigante. Necesitamos ir a la tierra de los gigantes, Jotunheim, para averiguarlo".

    Así que Thor y Loki fueron a ver a Freya, la diosa de la belleza y el amor. Le pidieron prestado su manto mágico hecho de plumas de halcón, que permitía a quien lo usara volar como un pájaro. Freya, aunque un poco molesta porque no le gustaba prestar sus cosas más valiosas, accedió.

    Loki se puso el manto y ¡zas!, voló más rápido que el viento hasta Jotunheim. Allí encontró a Thrym, el rey de los gigantes, que estaba sentado en su trono, peinando el pelo de sus caballos.
    "Hola, Thrym", dijo Loki. "¿Por casualidad no habrás visto el martillo de Thor?".
    Thrym sonrió con picardía. "Sí, lo tengo yo, escondido bajo tierra. Y solo lo devolveré si me traes a Freya para que sea mi esposa".

    Loki voló de regreso a Asgard y les contó a todos la terrible noticia. ¡Imaginen la cara de los dioses! Freya se puso furiosa. "¡Jamás! ¡Nunca me casaré con ese gigante feo!", gritó, y su collar Brisingamen brilló con su enojo.

    Los dioses estaban en un aprieto. ¿Cómo recuperar el martillo? Entonces, Heimdall, el guardián del puente Bifrost, que todo lo ve y todo lo oye, tuvo una idea un poco extraña.
    "Thor", dijo Heimdall, "creo que la única solución es que tú te disfraces de Freya y vayas a la boda".
    Thor se puso rojo como un tomate. "¿Yo? ¿Vestido de novia? ¡Pero si soy el dios del trueno, un guerrero!".
    Pero todos los dioses estuvieron de acuerdo en que era la única manera.

    Así que, con muchas risas disimuladas, vistieron a Thor con el vestido de novia más hermoso de Freya, le pusieron un velo para cubrir su barba roja y le colgaron el brillante collar Brisingamen. ¡Thor parecía una novia muy, muy grande y fuerte! Loki, para acompañarlo y ayudarlo, se disfrazó de su doncella.

    Cuando llegaron a Jotunheim, Thrym estaba felicísimo. "¡Mi hermosa Freya ha llegado!", exclamó, sin notar nada raro. Preparó un banquete enorme.
    Durante la cena, "Freya" (o sea, Thor) empezó a comer. ¡Se comió un buey entero, ocho salmones gigantes y bebió tres barriles de hidromiel!
    Thrym se sorprendió. "¡Caramba! Nunca he visto a una novia comer tanto".
    Loki, muy rápido, le susurró al gigante: "Es que mi señora Freya estaba tan emocionada por venir a verte que no ha comido nada en ocho días". Thrym se lo creyó.

    Luego, Thrym quiso darle un beso a su "novia". Levantó un poquito el velo y vio los ojos de Thor, que brillaban con furia y parecían echar fuego.
    "¡Qué ojos tan penetrantes tiene Freya!", dijo Thrym, un poco asustado.
    Loki, otra vez al rescate, dijo: "Es que mi señora Freya estaba tan ansiosa por la boda que no ha dormido en ocho noches". Thrym, de nuevo, se lo creyó.

    Finalmente, para sellar la boda, Thrym ordenó: "¡Traigan el martillo Mjolnir y pónganlo en el regazo de la novia para bendecir nuestra unión!".
    En cuanto los sirvientes gigantes pusieron a Mjolnir sobre las rodillas de Thor, ¡él lo agarró con fuerza! ¡Su fuerza volvió al instante! Se arrancó el velo y el vestido.
    "¡SOY THOR!", rugió con su voz de trueno.

    Thrym y los demás gigantes se quedaron helados del susto. Thor, con Mjolnir en mano, empezó a dar martillazos a diestra y siniestra. ¡Ningún gigante pudo contra él!
    Así, Thor recuperó su querido martillo y les dio una buena lección a los gigantes para que nunca más se atrevieran a robarle nada.

    Y Thor y Mjolnir volvieron a Asgard, donde fueron recibidos con alegría, listos para proteger a los dioses y a los humanos de cualquier peligro. Y Loki, bueno, Loki sonreía, porque aunque a veces causaba problemas, otras veces ayudaba a solucionarlos de las maneras más inesperadas.

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