• El rescate de Andrómeda

    Mitología griega
    En un reino muy, muy lejano, donde el sol brillaba casi todos los días sobre las olas del mar, vivía una reina llamada Casiopea. Casiopea era muy presumida y un día, mientras se miraba en su espejo de plata, dijo en voz alta: "¡Soy la más bella de todas, incluso más bella que las ninfas del mar!".

    ¡Pero qué ocurrencia! Las ninfas del mar, que son como sirenas pero sin cola de pez, escucharon esto y se enfadaron muchísimo. Fueron a contarle todo a Poseidón, el gran rey de los mares, que tiene un tridente mágico. A Poseidón no le gustó nada que Casiopea se creyera tanto, así que, para darle una lección, ¡zas!, envió un monstruo marino gigante y terrorífico a las costas del reino. El monstruo, llamado Ceto, tenía dientes como cuchillos y una piel muy dura. Empezó a asustar a los pescadores y a romper los barcos.

    El rey Cefeo, que era el esposo de Casiopea y el papá de la princesa Andrómeda, estaba muy preocupado. No sabía qué hacer para calmar al monstruo. Así que fue a preguntarle a un oráculo, que era una persona muy sabia que podía hablar con los dioses. El oráculo le dijo algo muy triste: "Para que el monstruo se vaya, deben entregarle a su hija, la princesa Andrómeda".

    ¡Imagínense qué pena! La princesa Andrómeda era buena y muy querida. Pero para salvar a su pueblo, sus papás, con lágrimas en los ojos, la llevaron a una gran roca junto al mar y la encadenaron allí. Pobre Andrómeda, estaba muy asustada, esperando a que llegara el terrible monstruo.

    Mientras tanto, por el cielo volaba un héroe muy valiente llamado Perseo. Perseo acababa de tener una aventura increíble y llevaba unas sandalias con alas que le permitían volar como un pájaro. Desde arriba, vio a una chica hermosa encadenada a una roca y al enorme monstruo marino acercándose.

    Perseo bajó rápidamente y le preguntó a Andrómeda qué pasaba. Ella, entre sollozos, le contó toda la historia. Perseo, que además de valiente tenía un buen corazón, decidió ayudarla. Fue a hablar con el rey Cefeo y la reina Casiopea y les dijo: "Si salvo a su hija del monstruo, ¿me dejarán casarme con ella?". Los reyes, que harían cualquier cosa por salvar a Andrómeda, dijeron que sí al instante.

    Cuando el monstruo Ceto salió del agua rugiendo, listo para devorar a la princesa, Perseo sacó su espada brillante y luchó contra él. ¡Fue una batalla espectacular! Perseo esquivaba los coletazos del monstruo y buscaba un punto débil. Finalmente, con un golpe certero, Perseo venció al monstruo marino.

    ¡Andrómeda estaba a salvo! Perseo rompió las cadenas y la llevó de vuelta al palacio. Todos en el reino estaban felices y agradecidos. Se preparó una gran fiesta para celebrar la boda de Perseo y Andrómeda.

    Pero, ¡esperen, que la historia no termina ahí! Durante la fiesta, apareció un antiguo prometido de Andrómeda, un hombre llamado Fineo, que estaba muy enfadado porque ahora Andrómeda se iba a casar con Perseo. Fineo y sus amigos intentaron interrumpir la boda y llevarse a Andrómeda.

    Perseo, para proteger a su amada, sacó de una bolsa un objeto muy especial y peligroso: la cabeza de Medusa. Medusa era un monstruo que convertía en piedra a quien la mirara a los ojos. Perseo gritó: "¡Amigos, no miren!". Luego, mostró la cabeza de Medusa a Fineo y a sus seguidores. ¡Y puf! Todos ellos se convirtieron en estatuas de piedra.

    Ahora sí, Perseo y Andrómeda pudieron casarse tranquilamente y fueron muy felices juntos. Y dicen que los dioses, para que nadie olvidara esta increíble historia de valentía y amor, colocaron a Perseo, Andrómeda, Casiopea, Cefeo y hasta al monstruo Ceto como grupos de estrellas en el cielo, para que podamos verlos brillar cada noche.

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