• Hou Yi derriba los soles

    Mitología china
    Imagina un tiempo, hace muchísimísimos años, cuando en el cielo no brillaba un solo sol, ¡sino diez!

    Estos diez soles eran hermanos muy juguetones. Vivían en un árbol enorme, tan alto que llegaba hasta las nubes, y cada día, uno de ellos salía a pasear por el cielo para dar luz y calor al mundo. Se turnaban con mucho cuidado para que la Tierra estuviera siempre a gusto.

    Pero un día, los diez hermanos sol decidieron salir todos juntos. "¡Será más divertido!", pensaron. Y así, los diez soles aparecieron en el cielo al mismo tiempo, brillando con todas sus fuerzas.

    ¡Pero vaya problema! Con diez soles brillando a la vez, la Tierra se calentó muchísimo. Las plantas empezaron a secarse, los ríos se evaporaban como por arte de magia y la gente no sabía qué hacer con tanto, tanto calor. Los animales buscaban sombra desesperadamente y las cosechas se quemaban. ¡Era un desastre!

    El emperador de aquel entonces, un hombre bueno y preocupado por su pueblo, estaba muy triste. Pidió ayuda a los dioses, esperando que alguien pudiera solucionar aquel problema tan achicharrante.

    Y entonces apareció Hou Yi. Hou Yi era un arquero valiente y muy fuerte, ¡el mejor de todos! Llevaba un arco grande y unas flechas que parecían mágicas, porque siempre daban en el blanco.

    Hou Yi miró al cielo, vio a los diez soles causando problemas y supo lo que tenía que hacer. Con mucha puntería, tensó su arco y ¡zas! Lanzó una flecha. Uno de los soles traviesos cayó del cielo como una fruta madura. La gente se sorprendió.

    Luego, ¡zas!, otra flecha y otro sol menos. Y así, Hou Yi fue derribando a los soles, uno por uno: tres, cuatro, cinco... ¡hasta nueve! Cada vez que un sol caía, la Tierra se sentía un poquito más fresca.

    Hou Yi fue muy inteligente. Dejó solo un sol en el cielo, el que necesitábamos para tener días cálidos y noches frescas, para que las plantas crecieran y los ríos fluyeran.

    Enseguida, la Tierra se refrescó. Las plantas volvieron a crecer verdes y fuertes, los ríos volvieron a llenarse de agua y la gente pudo vivir feliz otra vez, sin miedo a quemarse.

    Todos celebraron a Hou Yi, el héroe que salvó al mundo del calor excesivo. Y desde ese día, gracias a la valentía y la puntería de Hou Yi, solo tenemos un sol que nos ilumina y nos da vida cada mañana.

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