• Kua Fu persigue al sol

    Mitología china
    Un día, el sol brillaba con mucha fuerza, y un gigante llamado Kua Fu, que era muy alto y muy fuerte, tuvo una idea un poco loca. Miró al cielo y pensó: "¡Voy a atrapar al sol!".

    Así que Kua Fu empezó a correr y correr, persiguiendo al sol por montañas y valles. El sol corría rápido por el cielo, pero Kua Fu era muy veloz y no se rendía. Corría tan rápido que el viento silbaba a su alrededor.

    Después de mucho correr bajo el sol caliente, Kua Fu sintió una sed terrible. ¡Tenía la garganta más seca que un desierto! Por suerte, vio un río muy grande, el Río Amarillo. Se agachó y ¡zas!, se bebió toda el agua del río de un solo trago.

    Pero, ¡ay!, Kua Fu todavía tenía sed. Siguió corriendo y encontró otro río, el Río Wei. Sin pensarlo dos veces, ¡glup, glup, glup!, también se bebió toda el agua de ese río.

    ¡Increíble! Pero Kua Fu seguía sediento. "Necesito más agua", pensó. "Iré al Gran Lago del norte, ¡ese sí que es grande y tendrá mucha agua!".

    Así que Kua Fu corrió y corrió hacia el norte, en dirección al gran lago. Pero el sol era muy, muy caliente, y Kua Fu estaba muy cansado y cada vez más sediento.

    Pobre Kua Fu, no pudo llegar al lago. Justo antes de alcanzarlo, cayó al suelo, agotado por la sed.

    Pero ¿sabes qué pasó después? El bastón de madera que Kua Fu llevaba consigo para apoyarse, cayó a su lado. Y de ese bastón, mágicamente, creció un frondoso y verde bosque. No un bosque cualquiera, sino un bosque lleno de árboles de durazno, con frutas jugosas y dulces.

    Y así, aunque Kua Fu no logró atrapar al sol, su esfuerzo no fue en vano. Dejó un hermoso bosque de duraznos para que otros viajeros cansados y sedientos pudieran descansar a la sombra y comer sus ricas frutas.

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